Uno de los síntomas más elocuentes de que está por arrancar el mundial es la publicidad alegórica al gol. Desde la ceremonia de cierre de los juegos olímpicos que ya estamos preparándonos, la verdad. Muchas cosas tienen que ve con el mundial, casi todo. El álbum de Panini va calentando los motores, el fin del torneo local, la final de la champions, los canales deportivos que arrancan con los partidos insignia y los rankings de los mejores momentos, todo nos va poniendo a punto, pero nada golpea como la propaganda.

Será porque es inesperada, insistente y eficaz, no sabemos, pero ya la publicidad nos va emocionando por anticipado. La exaltación del ser nacional, el in crescendo vocal, a lo mejor, capaz, el pueblo en la calle, la unidad albiceleste, no sabemos, pero nos va poniendo a tono. Al menos eso solía pasar, pero ya no. El mundial de Brasil 2014 se lo recordará por cualquier cosa menos por la publicidad.

Mundiales anteriores tuvimos un gol en la cabeza, le pedimos a los muchachos que jueguen por todos los que no llegamos, acompañamos al Diego a tocar timbres, enumeramos los bendecidos y los malditos; ahora vemos cómo el Kun se tomaba la leche de chico, nos aburrimos con el locutor que se va calentando mientras lee el texto y poco más. Y casi no quedan empresas argentinas y además sospechamos que la multinacional de turno está vendiendo el mismo chauvinismo en cada país donde tienen una sucursal ocultando su casa matriz.

Incluso ya se habla de marcas yeta, de determinada publicidad que nos aleja de levantar la copa. La publicidad del mundial a desarrollarse en el país vecino es fallida y por lo tanto a 15 días de que mueva la pelota no facilita como busca a que se nos ponga la piel de gallina. Quizás sea lo mejor. Acostumbrados a las altas expectativas que nos devuelven en cuartos de final a lo mejor se bueno llegar con la cabeza fría y que la emoción sea aportada por los jugadores y no por los creativos publicitarios.