Gracias por esta hermosa y enloquecida militancia no militante, tan unida como desorganizada, tan repentina como tardía, tan prematura como llena de vida. Gracias por sacudirme del letargo de las primeras horas y desfibrilarme el corazón con videos y spots que me reventaron en ocasiones la memoria del celular. Por escuchar a cualquier hora mis audios de whatsapp en los días de fanática y torpe fiebre arengadora, por el grupo de Facebook al que me invitaron que era secreto y después era de todos, porque el amor jamás puede ocultarse. Gracias por dar sitio a esta lucha. Por compartir los miedos pero no ser cobardes. Por pasarme cada encuesta nueva, por decirme que no le demos bola a las encuestas, por hacerme pensar más, por darme mejores argumentos para que yo pueda defender mejor lo que pienso. Por darme la razón a veces y  discutirme haciéndome ver que estaba equivocada otras tantas. Por meter boletas dentro de folletitos y más boletas y más folletitos incluso bajo el agua. Por no ceder,  por no parar, aunque nosotros mismos nos sintiéramos locos. Gracias por darme ánimos cuando me agarraba la anemia del desconsuelo. Y también por haberme mostrado sus caras llenas de pena cuando flaqueaba el empuje, verlos tristes era tan insoportable que me inyectaba fuerzas para levantarlos.  Por las veces que me miraron a los ojos, las que me abrazaron. Por seguir haciendo chistes, por no perder la paciencia, por no sucumbir ante la gira mediática de nuestros oponentes festejados por gran parte de periodistas y conductores de TV. Por ignorar también a los medios amigos cuando dijeron que  se suspendía el Obelisco, gracias por ir igual, por no acatar. Por mostrarme que el pueblo es un cuerpo enorme que solo late cuando está en las calles. Por pintar remeras, pegar carteles, colgar banderas, etiquetar hasta los tachos de basura. Gracias por ser tan negadores o tan optimistas. Por no dejar nunca que se adueñen de la palabra alegría, ni de la revolución. En estos días me hicieron reír y llorar de orgullo por ser una más de ustedes. Yo los vi cuidar lo que conseguimos.  Vi que somos muchos y que aparecemos en cualquier parte: un taxista trató de convencerme de votar a Scioli, un docente me extendió un volante cuando me subía al subte, un mozo nos aceptó la boleta de Daniel en la pizzería de Chacarita, la guardó en el bolsillo de su camisa y nos dijo “ganamos” cuando salíamos, no sin antes servirnos tres submarinos a los que le tomamos hasta la última gota para recuperar fuerzas y calor en una inexplicable tarde de frío y lluvia que pisaba la veda y el comienzo del verano. Desde mi balcón escuché también a dos pibes que en la vereda se saludaban y se alentaban para el domingo, vi a los artistas saltando en Corrientes, vi científicos invadiendo estaciones de tren, militantes ovacionando a Scioli en Rosario, jefes de pequeñas empresas concientizando a sus trabajadores. Gracias por no borrarse, por preguntarnos unos a otros, día a día, cómo nos sentíamos. Porque encontré siempre a alguno de ustedes diciéndome que teníamos que seguir. Por no permitir que exterminen nuestra felicidad, por no doblegarse, por no renunciar, por no rendirse.  Por pararse en los semáforos con cartulinas y consignas. Me acuerdo que antes cortaban el tránsito chicas y chicos disfrazados de empanadas haciendo publicidad, ahora son pibes que no quieren conformarse con trabajos tan precarizados. Gracias por filmar hasta a las abuelas, por llevar a sus hijos a las plazas. Por escribir lo que pensaban, por hacer flyers, por editar videos, por no dormir bien en estas largas semanas. Por comprobar que no está muerto quien pelea, que mascheraneamos fuerte si estamos juntos.  Porque me mostraron cuánto más puedo hacer si ustedes no aflojan. Gracias por estos días, pase lo que pase nunca nos vamos a olvidar de este maravilloso noviembre, pase lo que pase los tengo a ustedes para ser mejor. Aguante el aguante.