Utilizó la pluma para largar su ponzoña, como hace la bipolar con la cadena nacional. Un demagogo de las letras. Viejo sotreta h-d-p, la cantidad de "jóvenes idealistas" a quienes les lavaste la cabeza con tus libros plagados de inexactitudes y versos. ¡Qué alegría! ¡Un nazi menos! ¡Qué bien, cuánto me alegro! La cantidad de guerrilleros que fabricó este resentido con sus venas abiertas. Se van muriendo los actores de la odisea. Uno menos que hablaba bien de las madres de plaza de mayo! Lamentablemente, escribió mas de un librito, pero si se refieren al folletín de venas abiertas, debería ser quemado, sobre todo en las escuelas secundarias. ¡Este es el que hablaba bien de las madres de plaza de mayo! Muy bien, uno menos. ¡Falta Víctor Hugo y hacemos el asadito para festejar! Saludos al tuerto y al pajarito. Gracias Eduardo! Al fin una alegría! Ojalá sirvas de fertilizante, así tenemos algo bueno tuyo para poner en la lápida.

Y si usted se está preguntando qué hace falta para que algunas personas escriban este tipo de cosas, la respuesta es: publique en el diario La Nación una nota titulada Murió Eduardo Galeano a los 74 años. El diario La Nación cría y contiene como una madre amorosa a estas personas que uno duda en adjetivar, porque es bueno dudar antes de escribir: gente hija de puta. Pero luego de la duda, viene la certeza. Porque es entendible que Galeano no le cayera bien a todo el mundo, pero de ahí al festejo de las hienas hay una distancia intolerable. Y parece incomprensible que La Nación deje estos comentarios que lo convierten en un diario leído por hijos de puta. Podrían borrar este tipo de reflexiones para ocultar la calidad de sus lectores, y sin embargo no lo hacen. Pero por algo no se quiere disimular eso. Y lo que nos queda por pesar es que el lector hijo de puta dice lo que el redactor o el editor o los dueños no se atreven a escribir, y sin embargo desean que se diga. Le soy sincero, nada de esto me sorprende. Lo que me sorprendió es que no hayan hecho lo que otras veces: cerrar los comentarios de lectores ante este tipo de noticias bastante delicadas, como es la muerte de un tipo querido por millones. Pero se ve que eligieron insultarlo después de muerto a respetarlo después de muerto. Es llamativo que Galeano que hizo de la ternura una militancia les provoque estas reacciones. Galeano el que hablaba de abrazos, de días que son nuestros padres, el que escribía para los que hacen la cola de la historia y no pueden leer, el que decía que la utopía se aleja para que sigamos caminando, el que obsesivamente escribió sobre un único tema durante toda su vida: las injusticias que sufren los más débiles frente a la prepotencia de los más fuertes. Pero a lo mejor tienen razón en odiarlo. Porque Galeano nos explicó desde chiquitos, porque escribió para que lo entendiéramos de chicos, que América estuvo y está siendo saqueada y abusada todos los días. Y eso, dicho con ternura, se dice más fuerte. Como se dice más fuerte que el capitalismo es un enemigo de lo humano, antes que un enemigo ideológico. Porque Galeano supo encontrar un humanismo para los que lo necesitan, y no para los se sienten mancillados en su dignidad por no poder comprar todos los dólares que quieren. Un humanismo con enemigos claros, y no ese otro que universaliza la bondad y la maldad, y finalmente no lucha por nada ni contra nada. Por eso los hijos de puta –y lo escribo sin bronca y sin tristeza porque es descriptivo- no pueden evitar caer como fieras sin consciencia ni ética sobre un tipo que dedicó su vida a gritar su cariño y su defensa por las víctima de un sistema hipócrita y cruel. Ahí están ahora, hipócritas y crueles, impotentes, queriendo manchar la memoria de Galeano, soplando como miserables que intentan apagar la memoria del fuego. De un fuego que cuanto más lo soplen los hijos de La Nación más fuerte enciende y nos ilumina.