Como siempre suele suceder por un lado está lo que a uno le gustaría y por el otro está lo que es: lo que convenimos como ‘realidad’. De ahí, la máxima se desprende sola, ‘la única verdad es la realidad’. Será así.

Esto viene a cuenta de que cuando el kirchnerismo se paseaba en su mejor momento se permitió discutir acerca del sistema de partidos y tratando de concretar la tesis de la izquierda y la derecha, hacia la vida real, más cómoda para explicar las cosas, por supuesto.

La transversalidad impulsada por Néstor Kirchner en los tempranos dosmiles perseguía ese destino bipartidista utópico. Debajo de mí, la izquierda. Somos la izquierda de este país: la izquierda que quiera participar del juego real de la política, véngase conmigo. Síganme los buenos. Todo lo que quede afuera, o no juega el juego del bipartidismo, o es la derecha, que debe organizarse por fuera, de la manera más presentable, para ser opción en algún futuro, a presidente.

El ejercicio natural de la realpolitik ordenó el sueño teórico al correcto clivaje de nuestro país. En la Argentina ‘la derecha y la izquierda’ pueden mediáticamente expresar algo, pueden ser la manera más eficaz de señalar un pensamiento político, pero no pueden ordena el sistema de partidos. Tras la conformación de FAUNEN queda demostrado en el ejercicio cotidiano del devenir político una vez más que el bipartidismo sigue siendo en este suelo imposible: peronismo  y antiperonismo.

No importa si los sociólogos escandinavos lo entienden, si está bien, o mal, si es una aberración, o una genialidad, no importa. Es así, realmente.  En la Argentina sos peronista o sos antiperonista, o sos una minoría que no juega la misma liga. A los antiperonistas con vocación de poder, qué cosa más imposible, no le queda otra que definirse como antis, porque el peronismo es la mayoría, y articula, desde ahí, con todas las ideologías adentro, un monstruo con mil cabezas ideológicas, que en realidad resumimos en dos, la derecha  y la izquierda.

Y el peronismo es la mayoría porque a pesar de su demonización y de sus múltiples expresiones es el movimiento político que mejor expresa la síntesis del pensamiento promedio de este país, interpelando a las clases populares. Guste o no. El único clivaje y la única verdad es la realidad.