Se entreabrieron tres puertas. La más cercana, la primera -con la piel aún rosada a causa del cachetazo- la que quedaba a más corta distancia de la calentura y la sorpresa era la del enojo. La furia con los votantes. Y la caída abrupta en ese doble discurso facilón que sale y parece decir que cuando alguien vota como a mí me gusta es el pueblo que gana conciencia y puede contra la industria de captura de mentes, y cuando no, indica que estoy rodeada de un ejército de miles de hijos de puta sin memoria que compran lo que dicen los medios y ya. Siempre me consideré un poquito más inteligente que eso, así que ahí no me sentí nunca muy cómoda. 
La otra puerta que se me presentaba era igual de sencilla que la anterior pero otorga porte de intelectual: quedarme quieta y analizar y meta analizar los por qué de un triunfo no más holgado. Señalar quiénes no habían hecho qué cosa, buscar responsables individuales, nombre propios, sectores, acciones específicas, convalidar algunos de mis pronósticos y mantenerme ahí, en el rol de comentarista de la política y con el diario del lunes masturbarme en él habríaqueismo (despreciable siempre) pero en este caso con el dedo apuntando al pasado. Es decir, potenciales brillantes miradas pero bien al pedo porque lo ocurrido, hecho está. 
Había una tercera entrada, una puerta apenas entreabierta. Más lejana y con una luz todavía no muy potente: la del futuro, el cerebro en plena potencia y la acción. O sea, la de la política en cuerpo. La praxis en el sentido más gramsciano posible.

Costó llegar ahí, pero me impuse la ceremonia del protocolo institucional de la Nación: tres días de duelo y bandera a media asta y volver a arrancar. ¿Como una estúpida, tipo yegua criada para correr sólo hacia adelante y en velocidad, con las anteojeras esas que e impiden ver hacia los costados? No soy tan tonta. Y además, prefiero los equinos de polo. Corren como los dioses, son rayos en velocidad, pero han sido enseñados a tomar nota de los movimientos sutiles: apenas un poco más de peso en un estribo y doblan hacia ese lado; un cambio de peso del cuerpo del jinete, y giran hacia el otro. Son veloces y brillantes, pero comprenden los movimientos ligeros, suaves, de gran avance y si es necesario leve retroceso. Son básicamente astutos. Y acá no hay que ser matungo sino caballo (o en este caso yegua) bien enseñada.

La acción por la acción misma no nos lleva muy lejos. Uno se siente en movimiento pero también se cansa pronto porque no ve resultados. Un manto de la misma sensación cayó sobre millones, parece. Y de pronto, en esa especie de “de la nada” (que nunca es, porque si algo tienen los acontecimientos construidos por sujetos sociales es historicidad) comenzaron a llegar, a llover, convocatorias, invitaciones, motivaciones, agrupamientos que le pasaron por arriba y sorprendieron como pocas veces a los más experimentados dirigentes, intendentes y funcionarios. Almitas, pequeños fuegos, individuos que no quisieron ni saberse solos, ni dar un paso en falso hacia el infierno del pasado cercano y comenzaron a construir.

Y que una gráfica de Zamba con Mickey como nuevo director de programación de Encuentro si se viene el PRO, y que un investigador del Conicet que pegó en la puerta de su departamento del quinto A una fotocopia con las tarifas que proponía para lavar los platos en caso de un triunfo de Mauricio Macri en la segunda vuelta, y que el logo de Fútbol para todos vuelto Fútbol para pocos, y que Zamba con pelo amarillo y bigotito Micky Vainilla, y que YPF pero con el isotipo de Shell y que la cuñada de Marcelo Tinelli asustada reenviando un texto para los desmemoriados, y que un plenario el sábado en la Facultad de Periodismo de La Plata convocado inicialmente por las –así autodenominadas- “mujeres que no votamos a Macri” y terminó en un multitudinario encuentro y que Parque Centenario con una convocatoria de artistas, y que en Lanús calles cortadas en un improvisado plenario que finalizó con la consigna “Por qué no Macri”, y que en Florencio Varela en Calchaqui al 6200 docentes de la Universidad Nacional Arturo Jauretche se convocan para defender el proyecto nacional y popular, y que H.I.J.O.S. Provincia armando un comunicado y que en Rosario se reunieron en La Toma, un ex hiper mercado que quedó en manos de sus empleados luego de la debacle neoliberal, y que en una esquina de un barrio un automovilista se cruza con una cartulina hecha a mano y marcador escolar con la leyenda “a los 90 no volvemos, Scioli 2015” y que el Facebook de Daniel “Semilla” Bucciarelli, el gran bajista y guitarrista y artista plástico que fue parte de los Redondos desde 1982 hasta la separación del grupo, con su “no lo haga o estamos perdidos. No soy K pero tampoco soy idiota” y el del ex Bersuit Gustavo Cordera con su “le voy a dar valor a mi miedo y voy a votar a Scioli” y que las voces de Néstor Kirchner hablándonos desde el más allá sobre “Daniel” y la de Mordisquito mostrándonos qué es lo que va a suceder el 22 y esas consignas que nacen cuando se está con la neurona atenta: “Tu voto vale por DOS” (en ese juego del número y las iniciales del nombre del candidato del Frente para la Victoria) y una foto que recorre las redes con un obrero con casco azul y una cartel hecho sobre un cartón y con marcador negro “Porque quiero conservar mi trabajo yo voto Scioli-Zannini”, y que llamados y mensajes de Whatsapp desde las 8 de la mañana hasta bien entrada la madrugada en los últimos 5 días de gente a la que solemos llamar “suelta” o amigos periodistas no militantes y muy críticos de mi rol, pero preocupados, y ofreciéndose a poner manos y cabeza a una prudente distancia de su cinismo ya casi crónico, y que una tarde entera en Tecnópolis en la que escuché las más variadas versiones de encuentros y militancia sui generis y que “¿me puedo sacar una foto con vos?” y yo que “sí, claro, pero siempre y cuando me prometas que vas a convencer a uno para el ballotage”, y que los papás de los compañeros de escuela de mi hija poniendo lo que no tienen de tiempo para detener la ola amarilla, y que los científicos en Bariloche en una marcha con platos y tablas de lavar, y que una de las organizadoras de la marcha de #Ni Una Menos que me escribe “mis amigas troscas van a votar a Scioli, saben que no es lo mismo, no comen vidrio”, y que la nota de Agostina Bianchini, una votante de Altamira primero y de Del Caño después pero que decidió pensarlo así: “en poco más de veinte días, tengo que ir a votar de nuevo. Si no está mi candidato original ni el ´suplente’, ¿tengo que votar por A o por B? No, podría impugnar mi voto, votar en blanco, no ir a votar. Pero, ante la duda, decidí recolectar motivos para SÍ votar a Macri o SÍ votar a Scioli. ¿Por qué? Porque para no elegirlos como Presidente de mi país tengo una pila de razones. Para ambos. Entonces, me senté a escuchar qué tenían de bueno para decirme de uno o el otro sin ensuciar al que está sentado del otro lado. Y, para mi sorpresa, encontré cosas. Para votar a Scioli me dieron los siguientes motivos: Es el candidato ‘federal’, el único que firmó actas compromiso en todas las provincias; tiene un plan económico cuyo pilar fundamental es la preservación de los puestos de trabajo y el salario de los trabajadores, atacando problemáticas directas como IVA y ganancias; es el candidato de la integración regional y viene conversando con los líderes de la región para construir un verdadero espacio de comercio regional que permita el desarrollo en precios competitivos; propone la ampliación de inversiones en el sector industrial: en la provincia de Buenos Aires se triplicaron los parques industriales y su idea es replicar esa política en todo el país; probó con ProCreAr y con el Banco Provincia el compromiso con la vivienda y el desarrollo de las Pymes para el valor agregado; plantea subir la inversión en Ciencia y Tecnología al 1% del PBI (hoy es el 0,7%). Además de una readecuación de la inversión que ya se hace en educación (hoy es el 6% del PBI). Con la AUH se llegó a la plena inserción escolar y ahora se apunta a la mejora de la calidad educativa; va a trasladar la política de los UPAs a nivel federal acercando la resolución de problemas del 95% de las cuestiones de salud y tiene planeada una plataforma sustentable de transporte a nivel nacional que integre la Argentina y genere nuevos polos productivos y habitacionales como sucedió en la provincia de Buenos Aires. Para votarlo a Macri, por otro lado, me dieron una sola razón: Tiene ojos claros y no es un chiste”.  Y que Scioli en Parque Pereyra, en Lomas el lunes, el martes en Merlo y así cada día por Ituzaingo, Moreno, Morón, 3 de febredo, Tigre, Quilmes Lanús, La Matanza y los bosques de Ezeiza hasta el domingo 15 y ese “Mirala a los ojos a tu vieja y a las amigas de ella, que están jubiladas o por jubilarse. Conversa con tu amigo que labura en una fábrica o un comercio y tiene aumento de sueldo dos veces por año. Acercate a ese compañero de la secundaria al que le fue bien y tiene una empresita. Caminá por tu barrio y charlá con esa maestra, con ese portero de escuela o enfermero de un hospital que aunque se queje con razón de muchas cosas, está mejor que hace diez años. Embarrate y andá al barrio popular más cercano que tengas y averiguá cuantos pibes cobran la AUH o el PROGRESAR y pregúntale a los vecinos si sus casas siempre fueron de ladrillos. Date una vuelta por las nuevas Universidades del conurbano e indagá sobre cuántos de los estudiantes tienen padres profesionales y cuántos son hijos de laburantes. Llamá por teléfono a ese amigo de la primaria que se dedicó a estudiar y hoy es investigador en el CONICET, ARSAT o en una empresa. Andate hasta el pub o el boliche de tu pueblo y pedile que te cuente al músico que esté tocando si pudo grabar un demo o hasta el primer disco con su música. Contactate con tu primo que tuvo suerte y se está haciendo la casita con el PROCREAR. Escribile un mensaje a tu viejo, o a ese tío fanático del fútbol, y pedile que te cuente cuánto se ahorra de cable y de bares pudiendo mirar el partido desde casa y gratis. Sentate con tus hijos, abrazalos bien fuerte, y miren juntos un capítulo de Zamba en Paka Paka. Después de hacer todo eso, pediles disculpas a todos por las próximas mañanas, tardes y noches de ausencia. Y explicales que en las próximas semanas vas a verlos poco, porque te vas a dedicar noche y día a defender todo lo que conquistamos estos años y que está en riesgo. Es más, invitalos a que te acompañen a tocar timbre, a repartir un volante o poner una mesa en una esquina. Porque es importante que entiendan que cuando decimos que "la Patria es el otro", estamos hablando de ellos. Y que si bien vamos a dejar el cuero en la pelea en nombre de Néstor y de Cristina, estamos dejando el cuero también por ellos y porque este país no retroceda quince años y que nos va la vida en esto y que hay que militar, convencer y enamorar”. Este texto que primero fue eso y ya es una voz que recorre las redes digitales y también las interpersonales.

Porque no soy una nena y vi. Vi bastante pero nunca este movimiento tan de abajo hacia arriba que crece tan desde el pie hasta hacerme estallar la cabeza de orgullo de los miles que entienden lo que está en riesgo.

Y tuve que pensar en mí. En mi vieja y su marido víctimas de los retiros voluntarios e imposibilitados de jubilarse y de lo difícil que era en los noventas arrancarles una sonrisa a esta pareja joven, pero arruinada anímicamente, porque les decían que el problema de quedarse sin trabajo era de ellos y no de un modelo que los expulsaba. Y de mi hermana que estudiaba Sociología y que vivía como podía de telemarqueter en negro y que paró la olla de la familia completa por un tiempo largo. Y de mi mamá vendiendo ositos de peluche hechos por ella y de mis dos años de desocupación y que hice ropa y viví de mi miserable salario como docente de la universidad y que hacía todo a pata para ahorrar en el bondi y de cómo en 2000 y 2001 hicimos una biblioteca itinerante en el aula porque los pibes no podían pagar los libros que pedíamos en la materia, pero que, sabíamos, no podíamos expulsarlos de lo único que tenían que era la universidad pública.

Y tuve miedo. Y tengo miedo. Pero ahora es un miedo en red, un miedo que no se rinde, uno que no paraliza, uno que no se resigna. Es una ola humana en movimiento que como ya dice el slogan de la nueva campaña del FPV en un afiche con fondo de flores y colores: “que florezcan mil campañas”.

Y que florezcan porque aún no ganaron y porque los que ganaron y aún no asumieron ya dan terror: Martiniano Molina ya anunció que va a privatizar el servicio de recolección de basura estatizado por Francisco Barba Gutiérrez durante su gestión como intendente de Quilmes.

El director de Ciencias y Tecnología de la Ciudad de Buenos Aires, Carlos Melo, brindó una entrevista a la agencia de noticias de ciencia y tecnología de la Universidad Nacional de San Martín (Buenos Aires) y allí sostuvo que su idea de  ciencias es que "El que trabaja mejor tiene que tener mejor evaluación en su carrera de investigador y mejor salario. ¿Publicaste en Science? Tenés 30 % más de salario. ¿No publicaste en Science? Mala suerte, es la vida. Y que “Hay que evitar tanta dispersión: hoy se pone dinero en demasiados proyectos, es como tirar para todos lados para que una te salga. No tenemos dinero para eso, hay que ser cuidadosos y elegir mejor".

El PRO adelantó en el coloquio de IDEA de hace apenas días que vendería las acciones de empresas que posee la Anses. Francisco Cabrera, ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad, fue en representación del PRO y propuso que una de las vías alternativas para limitar la injerencia del Gobierno en los directorios de las empresas sería vender las acciones que están en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES. El proyecto todavía no tomó una forma definitiva, pero es una de las ideas que ha debatido el equipo económico del think tank Fundación Pensar, que dirige Cabrera, como parte del programa del PRO, dado que el macrismo siempre se ha mostrado muy crítico del uso que hizo el Gobierno de los directores estatales en empresas públicas. Así lo explica una nota. Y no una de un temeroso periódico bolche sino una del temerario diario La Nación.

Y explica David Cufré en Página 12 que “Macri ya dio muestras de su firmeza para ajustar tarifas cuando la Ciudad aceptó el traspaso del subte. El primer aumento fue del 127 por ciento en 2012, de 1,10 peso a 2,50. El segundo en 2013, del 40 por ciento, hasta 3,50 pesos, y el último en 2014, del 29 por ciento, hasta los actuales 4,50. Un salto del 309 por ciento en tres años, mucho más que cualquier estimación de la inflación en el período. En el transporte de colectivos, el boleto mínimo treparía de 3 pesos a 10 sin subsidios. Quien realiza 60 viajes al mes gasta 180 pesos con la tarifa actual, contra 600 pesos que debería afrontar a valores de mercado. Con 100 viajes al mes, el costo pasaría de 300 pesos a 1000. Para el salario mínimo de enero de 2016, de 6060 pesos, la incidencia saltaría del 3,0 por ciento al 10 con 60 viajes, y del 5,0 por ciento al 16,5 con 100 viajes”.

Y me da miedo.

Y se burlan algunos de este miedo. Porque creen que está vinculado con que temo dejar de trabajar en los medios públicos y ganar esos supuestos suculentísimos salarios. Quizás sean cortos, quizás no les pasó, quizás se hayan olvidado. Y tal vez por eso no entiendan que yo no me he enriquecido porque bien lejos estamos de tener como ingresos las 90 lucas que canallescamente instalaron como verdad, que no tengo casa propia, que no poseo auto y que no defiendo un proyecto político porque me pagan. Lo hago porque esta década me dio lo más importante: me devolvió la política, la autoestima, me permitió constatar que no estaba loca, que eso que decía en las aulas era un debate más que necesario urgente de mi país, le reparó el gesto a mi familia y amigos y todos ellos volvieron a sonreír, le permitió a mi vieja llegar a casa con un regalito para su nieta y lo más importante: me generó las ganas de traer a mi hija a este país porque es un lugar amable en el que reír y abrazarse.

Y en esa tarde en el propio predio de Tecnópolis nos enteramos que ese mega emprendimiento abierto, gratuito, de posible picnic y sin cartelones de marcas de la dominación colonial, iba a seguir abierto un mes más.

Y mientras el sol hacía fuerza por salir y le ganaba a las nubes nos sentamos con amigos y nuestros hijos a disfrutar el show de Zamba. Y vimos a Juana Azurduy, a Belgrano, a los Granaderos sacar de este suelo a los que no querían que fuésemos soberanos. Y vimos a San Martín levantando su sable curvo triunfante gritar “seamos libres”. Y oímos como miles de pibes de cientos de escuelas argentinas junto a nuestros hijos le respondían a la figura del libertador que sí, que fuéramos libres y que lo demás, lo demás “no importa nada”.