De todo lo que proviene desde el cerebro imperial, mi capacidad de incorporar (no para celebrar sino para comprender) llego hasta Halloween. No lo termino de captar del todo, pero al menos entiendo el por qué y el tono de la celebración. Me caen pésimas las vidrieras argentinas decoradas con esos esqueletos y zapallos gigantes, pero entiendo que ningún país vive ya fronteras adentro de su propio termo. Ok. Hasta ahí llegué. Pero resulta que ahora hay algo llamado Cyber Monday (que se llama lunes pero que dura más que ese día) y otro evento de gastadero de guita denominado Black Friday (que para desconcertarnos más se extiende al sábado y domingo). Bueno. Más allá de las confusiones idiomáticas y temporales, la cosa es que me di cuenta que vivimos en un país extrañísimo. El relato opositor nos dice que estamos al borde del colapso, que el cataclismo se nos viene encima y que las siete plagas de Egipto están acechando a la vuelta del Obelisco. Pero resulta que este plan económico, al que denominan bomba de tiempo, hace que se vendan LEDs, tabletas y computadoras en 12 y hasta 18 cuotas fijas con tarjeta de crédito. Extraños los empresarios de las mega tiendas de artículos electrónicos, que se entregan mansamente al caos y regalan su mercadería en cuotas fijas. Se ve que más que capitalistas son suicidas. En fin, detalles curiosos del relato MO (mediático opositor).

Dicen cualquier cosa, han dicho cualquier cosa, y la propalan todos los días, a cada minuto y en cada segundo. Uno traga saliva porque si responde no es más que una pieza, un peón del ajedrez K, que quiere abrir aún más la gran grieta, esa más extensa que la zanja de Alsina, que la ferocidad de los antiperonistas contra el peronismo y peor que las balas de los unitarios contra los federales. Pero uno cuenta hasta 10, hasta 100, hasta mil y sigue.

Por nombrar sólo algunos de los venenos que nos inocularon este año, que instalaron como verdad y que, una vez comprobadas como mentiras, jamás se desdijeron: que tenemos una presidenta que mandó a matar fiscales, que el candidato a gobernador por el FPV era el autor intelectual de un triple homicidio, que el hijo de la Presidenta tenía cuentas en un banco que no existe y que el ministro de Economía se embolsa solito 400 lucas al mes. Todo falso y demostrado, pero como en la Argentina no hay libertad de expresión pudieron decirlo pero no retractarse.

Mientras tanto, en otro lugar de ciudad Gótica, o sea en la vida real, algunos de los últimos datos dicen lo siguiente:

1)      La recaudación tributaria trepó en octubre a 134,417 millones de pesos, es decir que hubo un alza de 28, 5 respecto del mismo mes del año pasado.

2)       “La actividad económica registró dinamismo el bimestre pasado, a diferencia del planteo usual acerca de un supuesto estancamiento total. Así lo demuestran indicadores vinculados con distintos sectores de la economía, calculados por entidades privadas. Los patentamientos de automóviles en el mercado doméstico crecieron, según Acara (concesionarios), un 7,9 por ciento en octubre frente al mismo mes de 2014, al tiempo que las ventas de motocicletas quedaron 0,6 por ciento arriba de la marca del año pasado. En tanto, la cantidad de escrituras firmadas en la Ciudad de Buenos Aires subieron 13,9 por ciento y la cantidad de locales inactivos (en venta, alquiler, clausurados o simplemente cerrados) bajó 4,5 por ciento”[i].

3)      Aerolíneas Argentinas, otro de los caballitos de batalla del relato MO, que nos cuenta que todos los días el Estado “gasta” (siempre es ese el verbo, nunca invertir) una millonada, dio números de relevamientos privados: el Estado nacional invierte 0,06 de su presupuesto en la empresa, pero hete aquí que la línea de bandera le brinda a la Argentina el 1 por ciento de todo su PBI. No ni tan malo ni tan ineficaz negocio

Son datos, datos que están, datos que algunos ocultan y datos que permiten no entrar en el terreno de las especulaciones. Son datos, los que hablan. Y que dicen. Tanto, tanto, que el relato MO debe meter algunos debajo de la alfombra, de la cama o si puede, en el sótano. Datos, que describen un potencial futuro.

Otros datos: En la Ciudad de Buenos Aires, el presupuesto educativo pasó de 26, 3 en 2007 a 22,2 en 2015. Es decir, una reducción de 4, 1%. Pero no es lo único. Aquí hubo plan sistemático porque en 8 años de gobierno, Mauricio Macri disminuyó 6,4 puntos lo destinado a que habitualmente se llama “Servicios Sociales”. Además de la disminución de inversión en educación, bajó 3, 7 puntos en el área de salud (del 23, 2% del presupuesto destinado en 2007, hoy le dedica 19, 5). El jefe de gobierno, que se llena la boca hablando de urbanización de villas y de creación de viviendas –como si acabara de bajar de un plato volador y no fuera el jefe de gobierno de la ciudad más rica de la Argentina- a Vivienda le sacó un punto y pasó del 3, 4 del presupuesto en 2007 al 2, 4 actual. Y en Cultura, el que gastó millonadas en Violetta pasó de 3,7% en 2007 a 3% en 2015.

Pero esto no es lo único grave que podría ocurrirnos si la ola amarilla sigue avanzando: Mauricio Macri es un mentiroso y sólo puedo decirlo así porque, sencillamente, mintió. Había denunciado a la Aduana de, supuestamente, retener 30 coches destinados a la C de subterráneos (marca Nagoya 5000), adquiridos de segunda mano a Japón. Pero enelsubte.com pudo comprobar que sólo 6 de los 30 coches permanecen en el puerto. Los trenes llegaron al país hace más de diez meses y todavía no funcionan. Las 24 unidades restantes se reparten entre un galpón de la calle Agustín Magaldi, en Barracas, que el gobierno porteño le alquila al Grupo Clarín a un valor de un millón y medio de dólares por año, y el Taller Polvorín del Subte, ubicado en el barrio de Caballito. Asimismo, en el predio de Barracas, también se encuentran unidades de los polémicos coches usados CAF 6000 que aún no han sido puestas en servicio en la línea B.

Que mienta –si ahondamos aún más- parece nada al lado de las 214 causas. A pocos parece movérseles un pelo. Pero el líder de la Alianza Cambiemos carga sobre sí 214 causas penales. Yo no he hecho ni una materia de abogacía y menos podría decir que sé de derecho penal, pero no hay que ser penalista para entender la gravedad institucional de que pueda ser presidente alguien que tiene causas por: defraudación, falsedad ideológica, estafa, abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad, instigación a cometer delito, violación de secreto, requerimiento indebido de la fuerza pública, demoras en pago, asociación ilícita, amenazas, vejación y apremios ilegales, muerte por casusa dudosa, homicidio culposo, abandono de persona, malversación de caudales, cohecho, estrago culposo, daño agravado, delito de defraudación contra la administración pública, injurias, homicidio simple, enriquecimiento ilícito, adulteración, falsedad ideológica, negociaciones incompatibles, y coacción agravadas, entre otros y multiplicado por 214 y por un Poder Judicial que no es, precisamente, kirchnerista.

Claro, al honestismo parece no preocuparle demasiado esto, como tampoco al republicanismo de la lengua. Y si no les preocupa aquello, por qué habría de inquietarles que el ex presidente de Shell y actual coordinador de energético de la Alianza Cambiemos, Juan José Aranguren, proponga "evaluar el plan de negocios de la compañía YPF para poder recomendar o no la continuidad de este tipo de administraciones", cuando fue requerido respecto de la posibilidad de que la petrolera dejase de ser una empresa estatal en un hipotético gobierno PRO. “No es relevante recuperar el autoabastecimiento y la soberanía hidrocarburífera", dijo recontra suelto de cuerpo este privatizador contratado por el poseedor de 214 causas penales.

El otro latiguillo de la campaña del Mauricio (que es cada vez más Macri y más Blanco Villegas) es el combate al narcotráfico. Chocolate por la noticia. ¿A excepción de los que participan del negocio, quién no quiere acabar con ese delito? Bue, parece (dice él) que él quiere. Intentamos siempre averiguar cómo. Él (Mauricio Macri Blanco Villegas) no da muchos detalles, pero su ministro de Educación algo dijo. Esteban Bullrich comentó en la red social Twitter hace un tiempo que: “"Vamos a terminar con la pobreza, vamos enfrentar el narcotráfico, y vamos a hacerlo en un clima de encuentro y de diálogo". “What?!”, me dije. E imaginé la escena:

-Buenas tardes, señor narcotraficante, ¿podría usted dejar de narcotraficar?

-Por supuesto, señor funcionario, voy a hacerlo porque lo suyo viene en buenos términos y no como la yegua esa que grita en cadena nacional o el candidato del FPV que anda explicando que las cosas son complejas y se muestra en fotos con zapatos embarrados.

Ridículo y cínico. Aunque no más que la novedad de estos días que llegó de boca del administrador de la fortuna más grande de la Argentina y que maneja en bancos del exterior: Alfonso Prat Gay. Al ex supuesto progre amigo de Victoria Donda le molestan los provincianos; los del norte y los del Sur y se horroriza de que en 2020 nos pueda llegar a gobernar alguien de esa provincia –pareciera- endiablada o que debiéramos expulsar del territorio nacional como es Santiago del Estero, provincia en la que Macri Blanco Villegas quiere encajar un puerto.

Diario Registrado se preguntó con tino lo siguiente: “En su campaña, el jefe de Gobierno porteño encabezó un acto en un club del centro santiagueño, donde básicamente prometió muchas cosas, entre ellas, puertos. ¿Es probable que el candidato haya querido referirse a lo que se llama un "puerto seco" es decir un centro de distribución de containers que funciona justamente en lugares alejados de las aguas? Eso no fue lo que dijo”. No. Lo que dijo fue: “pobreza cero, pobreza cero”, a los alaridos y se cebó. “Rutas, puertos, energía”. Bue. Y, obviamente, el relato MO se lo dejó pasar. Ponen en tela de juicio el título de abogada de Cristina Fernández de Kirchner y discuten si Daniel Scioli se recibió o no hace pocos días, pero no les parece, al menos extraño, que un ingeniero quiera construir puertos en Santiago del Estero; ese estado desde el cual podría provenir el no deseado por Prat Gay.

Pero como es con globos, no asusta, pareciera. Y pocos se espantan de otra frasecita: “¿Qué es esto de universidades por todos lados? Soy muy crítico en eso. Obviamente, muchos más cargos para nombrar”, dijo, paposo, Mauricio (que es Macri y bien Blanco Villegas)

Yo le hubiera tirado un zapatazo, pero el que se tomó el trabajo de tomar el tema fue nada menos que Raúl Zaffaroni. En una contratapa magnífica de Página 12 del jueves 5 de noviembre dijo algunas cosas y creo que vale la pena extendernos y retormarlas aquí: “Nunca fue tan claro como en este siglo XXI que saber es poder, algo que las elites siempre supieron. En la Argentina nunca tuvimos aristocracia y hoy ni siquiera tenemos oligarquía, sino sólo una aspiración elitista de alguna riqueza concentrada que sintetiza su pensamiento bajo el lema de no avivar giles.(…)

Como en nuestro país y en los últimos doce años se están avivando demasiados giles, es verdad que eso es peligroso para el proyecto transnacional de sociedad excluyente.

Para nuestros propulsores locales del modelo de sociedad excluyente (30 por ciento incluidos, 70 por ciento excluidos), las universidades del conurbano bonaerense y las creadas en las provincias, son peligrosas fuentes de conciencia ciudadana y de reparto del know how.

Es comprensible que desde el modelo excluyente se quejen de la existencia de demasiadas universidades públicas y gratuitas y las consideren un gasto inútil, aunque si fuesen más sinceros, tendrían que considerarlas un gasto perjudicial, porque son eso para su proyecto de exclusión.

Es natural que se pongan muy nerviosos al constatar que el 90 por ciento del estudiantado del conurbano es una primera generación de universitarios, que gran parte proviene de hogares humildes, que recorren calles de tierra, que trabajan.

Siempre les molestó la gratuidad de la enseñanza universitaria. Cabe recordar la fugaz gestión de López Murphy en 2001, aunque hoy ese discurso se oculte por poco táctico.

Lo que alarma a nuestros procónsules del modelo transnacional de sociedad excluyente es, justamente, que estudiar vaya dejando de ser un sacrificio para los sectores subordinados, y tengan el mismo acceso a la formación universitaria que los segmentos acomodados. Con las nuevas universidades sólo se tiende a exigir paridad de esfuerzo, y por eso tienen miedo, no sea que los otros se esfuercen más.

Si nuestras aspirantes a elitistas realmente quisiesen el desarrollo y la afluencia de capital productivo, si en serio pensasen en la industrialización, no considerarían inútil el gasto en universidades, porque el capital productivo requiere elemento humano técnico, bien preparado. Las universidades son una inversión para el desarrollo industrial, pero ellos prefieren abrir la importación.

Por ende, la subestimación de nuestras universidades públicas y gratuitas no es una creación intelectual de nuestros aspirantes a elitistas, cuya inventiva sólo les alcanza para copiar discursos ajenos, sino ecos de peligrosas tendencias transnacionales”.

Esta es una campaña fiera. Porque es el pensar y la reflexión VS el slogan y las soluciones mágicas de los globos de colores. Y para que funcione, nos deben espantar. Y como de miedo se trata, La Nación no se va a quedar afuera y el viernes 6 nos levantamos con este cuco como título: “El gasto en personal estatal creció 695% desde 2007. Se debió al ingreso de agentes y a ajustes salariales”. En Semiología del CBC nos enseñan que eso se llama preparación del terrero desde la política editorial y comunicacional de un actor de poder como es un medio de comunicación.

Desde el revés de la trama, leí esta pregunta: "¿Tuvo alguna vez el FPV que aclarar que no va a sacar paritarias ni hará recortes al presupuesto universitario?  ¿Por qué?". Porque lejos del argumento que usan para acusar, no es que queramos sembrar el miedo, es que tenemos miedo, les tenemos miedo, le tenemos miedo. A él, a ellos, a lo que son, a lo que han hecho, a lo que sabemos harán sencillamente porque lo están anunciando sin tapujos.

Gerardo Fernández es un periodista, un compañero y una persona con un profundo sentido de la ironía. Hace horas no más colgó en su cuenta de su twitter algo que además de ingenioso me pareció pertinente. Dice: “Los liberales proceden de la siguiente manera; primero te garrotean el bolsillo (ajuste), luego de garrotean la mente para explicarte porqué te garrotearon el bolsillo (el argumento va a ser que acá hubo una fiesta y que alguien la tiene que pagar). Luego te garrotean el corazón, cuando comenzás a darte cuenta que te engañaron. Y por último, cuando estás arruinado y salís a protestar, te garrotean el lomo. En resumen, se podría decir que es la ideología de los 4 garrotes”.

Como digo, no es que queramos sembrar el miedo, es que tenemos miedo, les tenemos miedo, le tenemos miedo. A él, a ellos, a lo que son, a lo que han hecho, a lo que sabemos harán sencillamente porque lo están anunciando sin tapujos.

Leo por ahí que el miedo es una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro; que es un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea; que es una de nuestras emociones primarias, y aunque desagradable, en ocasiones es muy necesaria para no actuar temerariamente. El miedo es tremendamente útil.

Es miedo e inseguridad y nunca como ahora se nota cuán errado es el adjudicar este último término sólo a la posibilidad de la concreción de un delito contra la propiedad. Porque nos provocan inseguridad; la incerteza de qué puede ocurrir con quienes no tenemos el futuro asegurado. Tenemos miedo, les tenemos miedo, le tenemos miedo. A él, a ellos, a lo que son, a lo que han hecho, a lo que sabemos harán sencillamente porque lo están anunciando sin tapujos. Es como escuché estos días: "No es campaña del miedo. Tenemos miedo. Simplemente, porque si gana Macri, el presidente va a ser Macri".



[i] Página 12 del miércoles4 de noviembre de 2016, página 16.