El FMI viene la semana próxima y puede desenganchar el último vagón de Macri. Le quieren adjudicar a Alberto Fernández una eventual detención de desembolsos. Es “la previa” para ir entrenando. El “fantasma  Dilma” va a estar merodeando desde el 10 de diciembre. Perder por tunda las PASO no estaba dentro de los cálculos. El ministro Dujovne sabía que los desembolsos estaban atados a metas. Macri le aseguro a Trump que ganaba. Sin Lagarde y sin ideas, sin Dujovne; se terminó el recurso: “suplicar y mentir”.  Pobre Lacunza.

Los inversores avisados sabían, se fueron en el mejor escenario-Sturzenegger y Caputo- quienes simulaban licitaciones enormes de dólares para detener el rally. En realidad era un outlet de dólares para que la tribu huya, antes de esta tormenta. Los que se quedaron intentaran recuperar fichas, pero se van a poner cada vez más nerviosos. Se destruyo el valor de los bonos.

Reestructurando deuda en el mercado aprendí algunas cosas. La plataforma de una negociación consiste en que ambas partes, asuman su responsabilidad: El que recibió el préstamo (Argentina) calculó incorrectamente las posibilidades de cumplir. Y, el que concedió el crédito (FMI), tuvo errores de predictibilidad en sus modelos de flujos.

Otro tema es el negociador. Su temperamento y antecedentes favorecen o no. Su carisma es un activo crucial. Y, la velocidad. No da para adormilarse.

Los actores deben encarar rápido la reestructuración de la deuda pública. No supongo reproducir 2005. Y, no descarto que una renegociación exitosa, constituya la base para edificar el próximo paradigma de la deuda global. La propuesta contiene re-significaciones provocadoras, nuevas alternativas. Una avalancha mundial se avecina.

Estratega, plan táctico y ejecutor

-¿Las renegociaciones (2005 y 2009) han de representar un ancla?-¿O hay que adaptarse a un entorno global que ha cambiado en forma extraordinaria?- Se sugiere innovación, creatividad y disrupción. Hemos de rediseñar un país para sobrevivir y tener éxito. Tenemos que dar de comer, generar empleo y crecer. Al mismo tiempo hay que reestructurar la deuda, sin lo cual es imposible.

El escenario de crecimiento, bienestar y desendeudamiento no es ni parecido a 2003-2007 y 2010-2011, cuando gerenciar la economía era un viaje de egresados. En una renegociación, el operador necesita tener dominio técnico y ejecutivo para improvisar. Nielsen sería un coach extraordinario, porque no puede ser el representante. No sería bien recibido. Si eligen alguien del elenco estable-technopol o consultor del establishment-, desconfíe.

Un “club de bancos” piloteado por el FMI

El club de bancos evita el excesivo desprestigio de un default. Da mayor confidencialidad y costos menores. No existen gastos judiciales. Funciona la ley de igualdad. Facilita la entrada en vigor conjunta. Si existe un dilema, es el de la permanente disparidad de criterios entre los acreedores. Reestructurar parsimoniosamente puede generar pérdidas significativas, mayor duración del conflicto, restricción de bienes, y ejecuciones sorpresivas-ya que ni sabemos lo que firmó el Gobierno durante estos años-.

Nueva herramienta para nuevos problemas

La primera pregunta que se hacen los acreedores es: ¿Qué cambiara para que acordemos? – Por eso es crucial la propuesta que se presente. Habrá que mantener encendida la imaginación, humectando las ideas que se secaron.

La  reestructuración por sí misma no resuelve todos los problemas. Pero teniendo en cuenta que la próxima administración desarrollará un plan de crecimiento, se le otorgará sustentabilidad a la deuda. Por eso es conveniente proponerle al FMI la creación de una nueva operatoria-acorde a los tiempos-, que llamaremos: GAP, “Grow and Pay”.

Esta nueva herramienta financiera le permitiría-en el futuro-al FMI responder a una eventual cesación de pagos, extendiendo los plazos de financiamiento para los países insolventes. Para  respaldar políticas que  ayudan a crecer y evitar el conflicto social. Para salir de una crisis razonando en vez de racionalizando.

Una negociación conjunta donde el FMI es juez y parte. Lidera intereses manifiestamente, ya no desembolsa salvando a unos y dejando a otros.

Tramita con un mandato de los tenedores de deuda del sector privado. La deuda se re perfila escalonadamente. Los nuevos títulos tienen que tener el mismo plazo y tasa de interés que los vencimientos del FMI. A partir del undécimo año comienzan las amortizaciones de capital. Estas serían 12 en total y los porcentajes crecientes: 2%, 3%, 4%, 5%, 7%, 8%, 9%, 10%, 11%, 12%, 14%,15%. Opción, clausula de roll over para el FMI. Los bonistas privados deben adherir a idénticas condiciones y tasas de interés que el FMI, sugiero 3% anual.

Un plan económico con una tasa creciente del PBI de  4 puntos porcentuales anuales haría que se crucen las curvas. Crecen PBI y superávit fiscal por encima de la deuda, con lo cual disminuye en plano inclinado la relación deuda/PBI aumentando la sustentabilidad de la deuda y reduciendo el riesgo hasta alcanzar el “Investment grade”, presumiblemente antes de la cancelación total.

La reducción de los intereses y extensión de plazos de manera voluntaria, es la clave para evitar tragedias. Si no se obtiene un descenso sustancial de las tasas que viene pagando, llegara el default desordenado y, vamos a una quita de capital.

No más buitres que se burlaron del 95% de los acreedores. Las altas tasas que pagó el Gobierno de Macri, reflejan que la desconfianza nunca cesó al pagarles.

Diciéndole sí a la propuesta, puede evitarse un episodio perturbador del sistema financiero, con futuras reproducciones. Vuelve el equilibrio fiscal y la confianza, se descarta el riesgo de default.

Porque funciona la propuesta:

1) Somos creíbles: Llegan los que reestructuraron y pagaron la deuda, aun con reservas. Hubo claridad e integridad, por eso se puede volver a jugar. 2) Viabilidad: Argentina vale más viva que muerta. 3) Crecimiento: la reestructuración de la deuda permite evitar el oportunismo de ciertos acreedores. El crecimiento convierte a la deuda auto-liquidable. 4) Objetividad: ni amenazas, ni expresiones adolescentes. Un plan integral con simulaciones proyectivas que demuestran de qué manera se puede pagar y, como NO se puede pagar. 5) Transparencia: el liderazgo del FMI evita el trato diferenciado, como el que obtuvieron los fondos buitres. Inmortalícelo, entre 2016 y 2019 les mentimos a los nuevos prestamistas. 6) Pari Passu: no se refuerzan garantías. Se suspenden los pagos de capital e intereses. Se negocia con un solo equipo cuyo mandato es conferido por todos los acreedores. 7) Convicciones: ninguna presión altera el trato igualitario entre el organismo y los privados. 8) Acumulación de reservas en dólares y, una cuenta en pesos con el superávit, mientras no se amortiza se recompra deuda bajo la par. 9) El representante-ejecutor es un “out sider”, no es technopol-no consultor del establishment-no corporaciones, ningún ex ministro, ex secretario; porque dado el precio de los bonos, la información tendrá mucho valor. El país solo habla, a través de un representante que realiza lo que el presidente le pide. 10) Separación de tareas: Una reestructuración de deuda, es un proceso considerablemente complicado, con gran demanda de tiempo. Los ejecutores del plan de crecimiento y la estabilidad cambiaria y monetaria, NO pueden ser los mismos de la  negociación. 11) El proceso requerirá experiencia, calma y creatividad. 12) El liderazgo del FMI aseguraría lo mejor para el conjunto-evitar free riders-.

En mis últimos viajes a NYC comprobé que los bancos a la distancia, no veían lo que pasaba. Estaban literalmente alucinados. Nunca pensaron en un default. Estaban hipnotizados, como por una pitonisa. Lo que escuche en Wall Street, no difería de los comentaristas afines al Gobierno, de la mayoría de programas de la  TV argentina. Les mintieron. Lo asumen interiormente, pero no lo disfrutan.