* En colaboración con Juan Aiello (CEPA)

Las políticas de ajuste que viene llevando adelante la Alianza Cambiemos impactan más fuerte en las mujeres que en los varones. Una sociedad desigual - como la nuestra - agrava esas diferencias, en el marco de una crisis económica cuya salida es un ajuste fiscal con caída del producto, aumento de la inflación y deterioro de todas las variables económicas y sociales.

A través del análisis de algunas de esas variables desde el Observatorio de Género de CEPA podemos afirmarlo. Si bien desde el feminismo ha habido grandes avances en la exteriorización de esta temática, todavía queda mucho por hacer. El rol del Estado es clave para revertir esta situación mediante la implementación de políticas activas, no obstante, los resultados que arrojan el estudio del financiamiento en el Presupuesto 2019 de los programas que persiguen esa misión no son alentadores.

Cuando se lo analiza desde una perspectiva de género, el proyecto presentado recientemente ante el Congreso Nacional no escapa al ajuste general que se verifica en el resto de los rubros donde la única meta es lograr el equilibrio fiscal primario acordado con el FMI en búsqueda de mayores fondos para pagar los intereses de la deuda contraída con este.

Por primera vez, la administración nacional señaló en el Presupuesto algunas partidas que específicamente se orientan a las mujeres mediante el PPG -Presupuesto con Perspectiva de Género-. El compromiso político es auspicioso, pero no se traduce en financiamiento poniendo en duda la capacidad de estos programas para generar transformaciones reales.

El total del gasto orientado con objetivos explícitos de género es, según el relevamiento efectuado por CEPA, de 4.623 millones de pesos, lo que representa el 0,11% del Gasto Total y un 0,13% sobre el Gasto Primario (sin Intereses). Asimismo, tomando el total de programas que contienen políticas destinadas a género del 2019 y comparando con el presupuesto vigente de 2018, se verifica una caída en términos reales del 19%. Si observamos la ejecución, al tercer trimestre del 2018 alcanza sólo el 61,7%[1].

El plan de gobierno que lleva adelante la Alianza Cambiemos se hace en el marco de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que surgen del compromiso que los Estados asumen con la ONU, uno de ellos es Igualdad de Género. El Poder Ejecutivo Nacional los resume en 8 Objetivos de Desarrollo Sostenible sin ninguna mención específica a cuestiones de género y los traduce en 100 iniciativas prioritarias que conforman el mencionado plan. De estas 100, sólo 4 se relacionan directamente a políticas de género.

En el estudio por ministerios, sólo 5 de los 10 existentes tienen más de diez menciones de “género” o la/s “mujer/es”. En el análisis del gasto destinado a políticas específicas de género o a programas que contienen acciones concretas en la generación de condiciones de mayor igualdad, el Ministerio de Desarrollo Social y Salud es el que más fondos destina, seguido por el de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología y por el de Seguridad. También destinan fondos los Ministerios de Justicia y DDHH, Hacienda, Producción y Trabajo, Relaciones Exteriores y Defensa.

La escasez de políticas públicas orientadas a alcanzar la igualdad de género y su insuficiente (o nulo) financiamiento generan indicadores que evidencian como la crisis económica afecta en mayor medida a las mujeres.

Desde el punto de vista laboral, las mujeres son quienes cargan con la mayor parte del trabajo denominado reproductivo no remunerado en el hogar (tareas diarias domésticas y de cuidado), ya que ocupan 3 horas diarias más que los varones. Ello significa que las mujeres pueden destinar menos horas al trabajo productivo y remunerado. Las consecuencias son mayor inserción femenina en trabajos informales o en trabajos registrados en profesiones de cuidado con menor retribución. El 62% de las mujeres se inserta en rubros como la docencia, salud, y servicio doméstico. De esta inserción laboral precaria y desigual, se deduce la brecha de ingresos entre varones y mujeres, que actualmente se ubica en el 27%.

Los datos publicados por el INDEC correspondientes al segundo trimestre de 2018 muestran un incremento de la tasa de desocupación respecto a igual período del año anterior. Mientras que para el segundo trimestre de 2017 la tasa de desempleo fue del 8,7%, en el segundo trimestre de 2018 subió a 9,8% lo cual implica alrededor de 250 mil nuevos desocupados/as. Este aumento, en parte, se explica por el crecimiento de la tasa de actividad femenina, que pasó del 45,4% a 46,4%. Es decir que, ante la crisis económica, más mujeres debieron salir a buscar empleo. La tasa de actividad masculina se mantuvo estable.

En este contexto, la desocupación femenina es dos puntos porcentuales más alta que la de los varones. Para el segundo trimestre de 2018 la tasa de desocupación en varones es del 9%, mientras que en las mujeres es del 11%. Para el caso de las mujeres jóvenes (entre 14 y 29 años) la tasa de desocupación alcanza el 21,5%,con particular intensidad en el conurbano bonaerense donde asciende a 24,6%. Estas cifras contrastan con la de los varones jóvenes que se sitúa en el 17,3%. En momentos de retracción del mercado laboral las mujeres jóvenes son las más afectadas, aumentando así la desigualdad.

Si bien los datos hasta ahora mencionados son más que elocuentes, resulta importante aclarar que los datos disponibles aún no permiten visualizar el impacto causado por la crisis cambiaria. Es dable esperar que, para el tercer trimestre de 2018, los datos muestren una evolución que profundice la inequidad observada.

Otra variable que demuestra que la crisis afecta en mayor medida a las mujeres es la pobreza. Los datos muestran un ascenso al 27,3% de personas por debajo de la línea de pobreza para el primer semestre de 2018 en los 31 aglomerados urbanos que releva la Encuesta Permanente de Hogares. Esto supone un salto de 2,5 puntos porcentuales con respecto al segundo semestre del año anterior. Si bien no existen diferencias tan significativas entre el porcentaje de mujeres y varones pobres, la feminización de la pobreza aparece cuando se consideran los hogares monoparentales donde una mujer está al frente como jefa de hogar. El 27% de los hogares argentinos con menores son monoparentales, y de éstos, el 83% tiene jefatura femenina.

En este contexto de aumento de la desocupación y la pobreza, especialmente en las mujeres o en hogares donde la jefa de familia es una mujer, un instrumento importante es la Asignación Universal por Hijo. Sin embargo, la pérdida de poder adquisitivo de casi 10%[2] en los últimos años (promedio desde el 2015) limita su acción.

Para mejorar la condición económica de las mujeres y avanzar hacia una sociedad menos desigual se requiere más que un oportuno discurso. Es necesario el diseño, implementación y financiamiento de políticas públicas con perspectiva de género.

[1] Dato al 25 de septiembre, fecha de consulta al sitio oficial Presupuesto Abierto del Ministerio de Hacienda.

[2] Este cálculo no tiene en cuenta la brusca devaluación de los últimos meses.