¡Hay que aguantar!-¿Asustarían con el regreso de CFK a ciertos economistas que de pronto pasaron de enojados a amigos, en solo una semana? “-Eso es dijo Sancho Panza, a lo que a mí me parece, haber salido a la vergüenza. Así es, replicó el galeote, y la culpa por que le dieron esta pena es por haber sido “corredor de oreja”, y aun de todo el cuerpo. En efecto, quiero decir que este caballero va por alcahuete…  y por tener asimesmo sus puntas y collar de hechicero”. (Don Quijote de la Mancha).

Al igual que la novela escrita por Don Miguel de Cervantes Saavedra, en la Argentina, unos son alcahuetes, otros hechiceros, inclusive los hay con ambas mañas. Pese a la difundida mejora de la actividad, la economía todavía ni siquiera vuelve al nivel que tenía en el segundo trimestre de 2015, cuando se iba Cristina. El del EMAE[1] resulta aún (-1.1%) mas bajo, con 8 sectores sobre 15, que no igualan el nivel que tenían en el segundo trimestre de 2015. La industria se ubica un 6.1% debajo deL segundo trimestre de 2015, y la construcción 7% boca abajo. Los sectores que mejoraron son de servicios y solo 2% arriba de 2015, mientras que los productores de bienes están 5.5% abajo.

Una característica comprensible en la campaña “hablemos de los brotes verdes” (además de la estrategia “Hood Robin”) es el crédito. En etapas anteriores, el crédito al sector privado en términos reales crecía a una tasa anualizada del orden de 3%, mientras que en la recuperación actual lo hace al 16%-tasa real anualizada-, un ritmo muy superior.

Del total de los nuevos empleos 186.400 presuntos, el sector privado creó 50.000 trabajos asalariados, de los cuales por la explosión de la construcción se explican 38.700. La industria perdió 33.000 empleos. De los 136.300 empleos restantes, el 73% son nuevos monotributistas.

La inflación nivel general no cede, y las expectativas de inflación vienen en aumento desde octubre de 2016, incluso se aceleraron en el último trimestre, de 20.5% a 22.0% mientras que la núcleo subió de 19% a 20.5%. Precisamente por eso, el BCRA llevó la tasa de interés real de las LEBAC arriba, donde la letra más corta rinde aproximadamente 27% nominal anual. Cada vez luce más difícil el logro del objetivo del BCRA de tener una tasa de inflación mensual de 1% en el último trimestre. El pronóstico promedio del mercado para la inflación nivel general es de 23% y 21% para la inflación núcleo (dic.2017 a dic.2016), mientras que para 2018 se espera 16%. El BCRA tiene compromisos de emitir para financiar al sector público y para comprar dólares en el mercado de cambios que no cierra con sus convicciones. No es independiente para nada. La dominancia fiscal de la política monetaria ha disminuido con respecto a Cristina, pero siguen teniendo que emitir para financiar el déficit del sector público que tanto criticaban desde el llano. En la era Macri y hasta el fin de agosto, el BCRA emitió un total de $ 656 mil millones, pero la sociedad solo demandó $237 mil millones. El exceso de $ 419 mil millones, tuvo que ser esterilizado por el BCRA a través de Lebacs y pases pasivos, pagando tasas de interés exuberantes en dólares (por el dólar planchado). El stock de Lebacs más pases asciende a mas de $1 billón de pesos, algo mas de 123 % de la base monetaria, un aumento acumulado durante la era Macri de 235%. Como es obvio, este stock no puede seguir creciendo sin cesar. La inconsistencia del modelo neoclásico monetarista en curso, radica en que por un lado aplica una política monetaria contractiva, con tasas de interés altísimas en términos reales; mientras al mismo tiempo, convalida una fuerte expansión de dinero secundario-crédito-que estimula la demanda doméstica y hará muy difícil alcanzar las metas de inflación soñadas. El crédito al sector privado creció a un ritmo anualizado de 30% con respecto al trimestre previo en términos reales, con préstamos comerciales que lo hicieron al 43% anualizado y los hipotecarios al 49%.

El déficit fiscal global (después del pago de intereses) en lugar de bajar, aumentó en términos reales en los primeros siete meses de 2017. El gasto primario en lo que va del año subió un 30% año contra año nominal. Y si bien el incremento de los ingresos dio lugar a una insignificante disminución real de 3.5% en el déficit primario, el gasto total después del pago de intereses creció 33% nominal y 6% real, por lo que hubo un significativo aumento del déficit fiscal global, lo que representa un incremento nominal de mas de 40% interanual y casi 12% real. Si se excluye el efecto blanqueo, los ingresos extraordinarios por única vez, el déficit fiscal global creció un 25% real en el acumulado de enero-julio frente al mismo período del año pasado.

Argentina enfrenta una preocupante y creciente deuda pública en manos del mercado que en 2020 podría superar el 50% del PBI, siempre y cuando no hay cisnes negros, lo cual la tornaría impagable. Si bien los dólares han estado llegando a Argentina, en el futuro puede eventualmente encontrarse dificultades de financiamiento en los mercados internacionales.

La realidad de hoy es que tenemos: 1) apreciación cambiaria, 2) “dólar barato” incentiva la importación, estimula el gasto en turismo, y desanima la exportación, lo cual deteriora el déficit de la cuenta corriente; 3) la dominancia fiscal hace difícil la tarea de bajar la inflación, y 4) el creciente aumento de la deuda externa y de la deuda remunerada del BCRA (56% del circulante paga tasas irracionalmente exuberantes), encienden todas las luces amarillas, no permitiendo eliminar por la incertidumbre sobre la estabilidad macroeconómica.

Para financiar el elevado déficit fiscal, el gobierno tiene que salir a colocar deuda en los mercados internacionales. Por eso, la Argentina tiene un elevado superávit en la cuenta capital del balance de pagos, producto de la extravagante entrada de capitales. Dicho en otros términos, se consolida un impetuoso endeudamiento financiero público, atraído por las altas tasas de interés reales que hoy se pagan en la Argentina. Desafortunadamente la inversión extranjera directa (IED) no llega, hoy solo representa el 6% de la entrada de capitales total al país. El déficit de la cuenta corriente del balance de pagos en 2017 es de 4.5% del PBI. El alto déficit de cuenta corriente es improductivo y peligroso, porque se debe al desahorro del sector público. Y, es financiado pidiendo ahorro prestado del exterior, en vez de captar Inversión Extranjera Directa. Argentina no se vino a endeudar para financiar inversión productiva, sino para “timbear” pagando una tasa de 7% anual en dólares cuando la tasa de interés en el mundo es prácticamente cero. El déficit de la cuenta corriente se financia pidiendo deuda carísima, manteniendo un elevado déficit en cuenta corriente creciente, financiado con deuda externa en manos de no residentes. Esta situación resulta muy comprometida, porque los árboles no pueden crecer hasta el cielo. Tampoco hay garantías de que sean permanentes las condiciones de extraordinaria liquidez que hoy exhiben los mercados.

En resumen, Argentina viene alimentando crecientes “déficits gemelos”, y no hay garantías de recibir crédito ilimitado.  Por todo lo expuesto, es probable que luego de la elección de octubre, se intente sujetar el ritmo de endeudamiento comenzando una reducción del déficit fiscal. Si esto se hiciera con moderación, Macri necesitaría 2 o 3 mandatos, medio “a garrote San Filippo”. Si en cambio, estos desequilibrios se intentan controlar drásticamente, permitiendo una devaluación con tasas de interés altas y licuación del gasto publico-vía otra llamarada inflacionaria y/o reducción de partidas presupuestarias-, la pobreza, puede ser 40/45% en un santiamén y la protesta social amenaza la gobernabilidad. Alternativa indeseada: vuelven los que paradójicamente pagaron el default y recuperaron la economía desde 2003, donde primero el neoliberalismo lo destruyo todo.

Tal los ejemplos de la mayoría de los países de la región (Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay), donde paradójicamente el populismo y la centro izquierda subieron las reservas, bajaron los déficits gemelos, el endeudamiento y la pobreza, que dejo el neoliberalismo durante la década de “los felices noventa” (Frase de Joseph Stiglitz).

[1] El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) refleja la evolución mensual de la actividad económica del conjunto de los sectores productivos a nivel nacional. Este indicador permite anticipar las tasas de variación del Producto Interno Bruto (PIB) trimestral.