El proyecto del Presidente electo aglutina componentes y sectores unidos diversos, sumados. Desde las fuerzas políticas peronistas con perfil propio que se habían distanciado, hasta los sectores empresarios que vieron derrumbar sus activos en dólares. Aun los que ganaron dinero en pesos, tienen empresas que valen menos que en 2015 en dólares. 
La ciudadanía ya comienza a experimentar cambios, Alberto Fernandez respira esperanza, y así ejercerá el rol de verdadero jefe. Es obvio  que logrará la identificación con el ciudadano de a pie. Así lo hizo con Néstor en 2003, para enfrentar con real capacidad de decisión los desafíos que implica la desigualdad social. 
Los tiempos que corren lo ponen además en una oportunidad histórica. Alberto Fernandez ya se fue a México, porque tendrá que hacer brecha junto con Andrés Manuel López Obrador. Serán jefes de dos de los primeros gobiernos latinoamericanos pos-neoliberales de este nuevo y desafortunado periodo dominado por esta corriente. Ya proporcionan descalabros sociales y económicos en Brasil, Ecuador y Chile. Este puede constituir un proceso más amplio de crisis regional del neoliberalismo, que impulse nuevos gobiernos que tomarán distancia de las políticas que lo convocan. A pesar de ello, como los populismos regionales de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina, antes de ahora; cada uno tendrá sus especificidades. Alberto tendrá que construir en torno a dos transcursos. Las diferentes procedencias  intolerantes anti peronistas, que culminaron en la derrota del domingo 27 de octubre, y los distraídos que la crisis ha hecho recapacitar, aquellos que habían desertado hasta 2015. Su misión comienza, por un lado, en un contexto de fracaso económico-financiero y crisis social*. Y por el otro, en un intento de recomposición y hostigamiento fenomenal de los que perdieron. 
*Caída de 11% del PBI per cápita, 25% del PBI en dólares, 60% de inflación, 550% de devaluación, déficit fiscal primario y alto déficit financiero. Colosal recesión. Desindustrialización, ruptura de la cadena de pagos. Cierre de comercios y Pymes. Default por reperfilamiento compulsivo. Inminente reestructuración de deuda con el FMI. Desempleo de 2 dígitos, 40% de pobreza, grave deterioro institucional y democrático. 
El proceso parte con la misma sintomatología de las crisis recurrentes auto infringidas del neoliberalismo. El reordenamiento económico será difícil y, el financiero también. Habrá una especie de transición, si es que Macri se niega a ayudar en estos 39 días. En ese caso, probablemente lo que pondrá más presión sobre el dólar será la pendiente resolución de la dimensión bancaria que prometen las LELIQ.   
Todo esto, en un contexto desfavorable deparado por el comercio mundial, con mayores restricciones externas comerciales. Sin embargo jugará un papel importante la reactivación del aparato productivo, depositario de una capacidad ociosa aprovechable rápidamente. Posiblemente se dispongan obvias medidas de estimulo a la demanda agregada, mas una mejora en los ingresos, recortes de tarifas de los servicios públicos y precios de la energía y de las tasas de interés. Todo esto  ayudará a las empresas y los particulares, de manera significativa, así como también, este tipo de cambio más competitivo aumentará la rentabilidad de los sectores productivos orientados hacia la exportación, que a su vez protegerá a los capitales menos competitivos, generando más exportaciones, y menos importaciones de productos sustitutos de producción nacional. 

El gobierno de Fernandez tomará medidas respecto a la salida de capitales. También con la cesación de pagos incurrida en el “reperfilamiento” de deuda del Estado argentino. Probablemente estén en borrador un conjunto de iniciativas diversificadas, para encarar de inmediato una reestructuración de deuda que haga viable el deseo expresado ayer al FMI, referente al pago de la  deuda con los acreedores. Sus antecedentes como Jefe de Gabinete, ayudan. Ayer después del triunfo, en lugar de subir, bajo el dólar.

La recuperación económica permitirá tomar medidas en torno al desempleo que ha llegado a los dos dígitos durante la crisis y que ha sido relativamente mal asistido durante el gobierno de Macri. Las medidas que comenzaron con la extensión de la asistencia social y el pedido de ayuda a las iglesias y comedores, a medida que mejore la economía y aumente el empleo, irán cesando. 

Con la incorporación de las demandas de la sociedad, que implica un arbitraje del Estado mucho más activo entre los intereses de los diversos reclamos, se iniciará un nuevo ciclo. Dada la extendida legitimidad de origen, Alberto-sacó 20% más de votos que la segunda opción-podrá llevar a cabo medidas que lo doten de una importante porción de legitimidad de ejercicio. Alberto trae un discurso que lo diferencia absolutamente del gobierno de Mauricio Macri. Seguramente aplicará procesos de resignificación, para mediar demandas de distinta índole. Todo esto va a ampliar el consenso alrededor de su administración, que durante el primer periodo de cuatro años, saldrá definitivamente de la crisis social que azota al país. Estas iniciativas serán acompañadas por la reestructuración de la deuda, la recuperación y expansión de la economía, en forma consistente con el retroceso de la pobreza y la indigencia. 

Los resultados serán exitosos. Gracias a Dios, no deberá recurrirse a la represión que se aproximaba con Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Sin embargo, la hegemonía no está en el lugar que supo construir Néstor Kirchner, ni existe un desendeudamiento como el que recibió Mauricio Macri, que garantice de antemano el financiamiento provisorio. 

Las limitaciones políticas previas a 2015-desunion peronista-, no estarán presentes. En el ámbito del movimiento popular, se logró reunificar y alinear todas las fuerzas, mayoritariamente detrás de Alberto. En lo sindical, se revitalizó la recomposición del vinculo funcional ente la dirigencia sindical y el ala política peronista. 
Habrá que enfrentar sí, la generación de operaciones políticas-mediáticas y las divisiones entre organizaciones, fogoneadas por el anti-peronismo, que junto a la extrema izquierda y la extrema  derecha, han sido responsables, consecuentes y funcionales con el desastre de la experiencia Cambiemos. 

La restauración del bienestar general ha de ser exitosa, aunque lleve tiempo; y mucha ayuda de Dios. Las medidas políticas al principio,  van a ser mas forzadas por las circunstancias que por un plan, como lo fue la “Ley de Emergencia Alimentaria”. Dios bendiga a la Argentina.

*Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, Profesor de Maestrías, Conferencista y consultor internacional. Presidente de HACER www.hacer.com.ar , autor de 6 libros, con: “2001, FMI, Tecnocracia y Crisis”.