Mientras se judicializa las operaciones de dólar futuro, el gobierno de Mauricio Macri, ante el silencio casi generalizado del periodismo oficialista, el mismo que se autocalifica de independiente y profesional, se sumerge en el festival de las Lebac, las letras del Banco Central.

Puede cuestionarse, criticarse políticamente las decisiones de ambos gobiernos, el de Cristina Fernández y el de Mauricio Macri, pero las decisiones económicas no deben ser dirimidas en el poder judicial, salvo que las mismas hayan beneficiados a los involucrados en las decisiones.

El presidente del Banco Central del gobierno de Cristina Fernández Alejandro Vanoli intentó dar seguridades  que no se produciría  una devaluación importante antes y después del 10 de diciembre por lo que realizó operaciones de dólar futuro con  pequeñas variaciones al final de cada mes, recurso económico que instrumentan todos los gobiernos. Se lo puede criticar acusándolo de ingenuo, de subestimar el atraso del tipo de cambio, que Macri se contradijo al respecto durante la campaña. Lo cierto es que el que devaluó fue Adolfo Prat Gay, Ministro de Hacienda de Mauricio Macri, hasta alcanzar un pico del 60% para bajar posteriormente a un nivel de alrededor del 50%.

Eso originó una significativa pérdida para el Estado que según el actual gobierno alcanzó a los 70.000 millones de pesos. El tema se pone vidrioso cuando el secretario de Coordinación Interministerial del gobierno de Mauricio Macri, Mario Quintana siendo  director de Farmcity y CEO del Fondo Pegasus, compró US$ 11.480.000 de dólares a futuro. Y luego como funcionario a tres días de haber asumido intervino en el precio a cobrar. Es decir que tomó decisiones que lo involucraban directamente.  

 En efecto, en declaraciones al Juez Claudio Bonadío, el Gerente General de ROFEX ( Mercado a Término de Rosario), Diego Germán Fernández, declaró que  hubo una reunión que se llevó a cabo "el domingo 13 de diciembre de 2015 en el Ministerio de Economía". "En esta última reunión (...) se acordó que si ROFEX declaraba la emergencia y realizaba una corrección de precios, el mercado podía ser normalizado y obviamente el BCRA iba a honrar sus obligaciones"

Los asistentes fueron, según Fernández, Mario Quintana y Luis Caputo. "Las  autoridades de la nación sostenían que el mercado podía quedar bloqueado en forma indefinida, que se iba a armar una comisión investigadora para ver las operaciones y que se iban a impugnar las operaciones al menos del período de septiembre a diciembre”. Lograron como efecto positivo aumentar el piso entre 1,25 y 1,50.

Está claro que esto achicó  un poco el monto a pagar, pero fue realizado por un funcionario con intereses claros en la operación de la que debió excusarse, apenas uno de los varios funcionarios oficialistas que aparecen en las lista de compradores. Se comprende el entusiasmo de La Nación y del grupo  Clarín por devaluar, acorde con la cobertura mediática que brindan,  cuando se ha revelado que el primero compró  4.000.000 de dólares  y el segundo a través de Cablevisión,  11.000.000  de dólares.

Actualmente el gobierno y sin prácticamente ninguna difusión, está cargando sobre el futuro una erogación mucho  más significativa que lo que le cuesta al Estado el monto de los dólares a futuro. El funcionamiento es el siguiente: los economistas neoliberales recogen sobre la inflación la teoría monetarista que encuentra la causa excluyente de la misma a la emisión monetaria. La necesidad de la emisión surge del déficit fiscal. Como el gobierno ha cercenado una parte de la recaudación favoreciendo a los sectores concentrados de la economía reduciendo o eliminando las retenciones, tiene menos ingresos, y los  ha intentado compensar con la reducción del 50 % de los subsidios,  lo que ha originado  brutales  tarifazos por lo que se ha visto impelido  a compensar en forma más que precaria a los sectores de menores recursos  a los que se les devuelve mediante la extensión de la asignación universal por hijo a los monotributistas, un reintegro bonsái del iva, un sexto de lo expropiado a la sociedad por las medidas del ajuste que deja al Rodrigazo en un angelical cuento de Heidi.

Como el déficit  ha bajado muy poco   y hubo que emitir adicionalmente  para pagar el resultado desfavorable de las operaciones de dólares a futuro, que se compensan en pesos, el paso siguiente consiste, en la pretendida batalla contra la inflación,  en absorber parte de lo emitido y secar en algún porcentaje la plaza,   para lo que se emite deuda mediante las letras  del Banco Central que pagan una tasa del 38 %. Los bancos reciben el dinero de  los plazos fijos de sus clientes por los que pagan alrededor del 27% anual y con ese dinero compran LEBAC a 35 días  cobrando el equivalente al 38 o 40% anual.  Por un simple pase sin riesgo ganan entre  11 y 13 puntos. La bola de nieve del endeudamiento del estado a través de la LEBAC, alcanzará rápidamente una cifra de rendimiento cercana a los 175 mil millones de pesos, dos veces y media superior a las operaciones de futuro.

Pero cuando haya que reintegrar esa gigantesca cifra, habrá que hacer trabajar la Casa de la Moneda a triple turno, y esa masa monetaria puede volcarse hacia el dólar, completando exitosamente la maniobra especulativa. Todo esto es inspiración y ejecución del presidente del Banco Central, el procesado Federico Adolfo Sturzenegger.

El periodista y licenciado en economía, Marcelo Zlotogwiazda, uno de los pocos que se ha ocupado del tema escribió en la revista Veintitrés: “…Desde que asumió el gobierno el stock de Lebac se duplicó hasta superar los 500.000 millones de pesos, con buena parte de los vencimientos concentrados a los 35 días, que es el menor plazo disponible. Semejante stock de Lebac devengando una tasa de interés promedio de alrededor del 35%, implica que sólo para cubrir el rendimiento, el Banco Central debería emitir 175.000 millones de pesos anuales o incrementar la colocación de letras en esa magnitud. Si cubre con emisión anula el objetivo de neutralizar o esterilizar la emisión monetaria. Si apela a aumentar la colocación de Lebac, alimenta una bola de nieve que ya es gigantesca”

Como el gobierno ha levantado todas las restricciones a la entrada de capitales golondrinas, eliminando el encaje del 30 % y el plazo de un año que debían permanecer obligatoriamente  en el país, los capitales pueden traer dólares, venderlos, invertir en LEBAC, cobrar en 35 días la diferencia de alrededor de 10 puntos en dólares.  El procedimiento se facilita porque el gobierno ante el desborde inflacionario que   ha  triplicado  en algún caso   el crecimiento de los precios del 10 de diciembre,  intentará anclar el dólar para no incentivar la inflación. Esto coincide con los ingresos de los dólares de la venta de la cosecha en los próximos tres meses, lo que fortificará las reservas  mientras los capitales  golondrinas volverán a  comprar los dólares con los pesos de la venta de las LEBAC y ganar una tasa imposible de encontrar en ningún otro lugar del planeta.

El mundo financiero tiene un júbilo comprensible. Los medios dominantes y el gobierno afirman que entramos al mundo. Paul Singer y Obama se muestran satisfechos y colman de elogios a Mauricio Macri.

El otro lado de esta euforia es una recesión que se profundiza y la desocupación que crece.

La tasa de interés de las LEBAC, vuelve imposible el acceso del crédito para actividades productivas.

Para entender lo que está sucediendo es preciso intentar definir el modelo que se intenta implementar.

El macrismo es una mezcla en proporciones variables del modelo de economía agro-exportadora, del de rentabilidad financiera y con un envoltorio que contiene algunas  pizquitas de desarrollismo, fundamentalmente en las proyectadas obras públicas.

El plan DADA está entrando en la cuarta etapa. Ya concretó la Devaluación y el Ajuste, empieza con el prólogo de la tercera etapa que es  contraer DEUDA y luego viene la Apertura de la economía indiscriminada.      

Ante un panorama  tan decepcionante, parece apropiado recordar la desesperanzada frase que el escritor Andrés Rivera pone en boca de Castelli, el mejor orador de Mayo: “Si ves al futuro, dile que no venga”