Ya en 2001 comienza a emerger la figura de José Ignacio de Mendiguren, entonces titular de la UIA, con opiniones cada vez más fuertes contra la política económica, haciendo declaraciones ante la prensa, y manteniendo reuniones permanentes con políticos y sindicalistas. Esta UIA, que comienza a cambiar de perfil en 1999 tras la devaluación brasileña del año anterior, bregaba abiertamente por la suspensión de la membrecía de Argentina en el MERCOSUR. En una entrevista con Página 12 publicada el 1 de octubre de 2001, ya en pleno "giro ortodoxo" de Cavallo, De Mendiguren, en esta entrevista exclusiva con Página/12, denunciaba “que Goodyear, Unilever, Gillette, La Montevideana y cientos de empresas se fueron a Brasil”, decía que el problema de fondo era el tipo de cambio fijo. “Tenemos un tipo de cambio real con un sesgo absolutamente antiproductivo. Eso está clarísimo. En los últimos 9 años tuvimos una revaluación del peso contra el dólar del 10 por ciento, mientras las principales monedas del mundo se devaluaban entre el 30 y el 40 por ciento”.

Sobre el “nuevo Cavallo”, decía que “Cavallo eligió el camino de los planes de competitividad, buscando mejorar el tipo de cambio real, ya que no se puede tocar el tipo de cambio nominal (...) El cambio es la construcción de un modelo integral. Hablar de devaluación sin un plan detrás es un disparate. Es un salto al vacío. Pero también es claro que debemos resolver el problema de la revaluación de la moneda. Y que debemos generar un sistema financiero que compatibilice su solidez con el financiamiento de la producción. Y que necesitamos mejorar la redistribución del ingreso y la integración territorial del país.”[1]

Como expresaba De Mendiguren entonces, ya se venía consolidando un consenso político y empresarial (al menos, en los empresarios industriales nacionales) alrededor de un cambio integral en el enfoque económico, que incluía reevaluar la convertibilidad, devaluar la moneda, y también incluir políticas activas en materia industrial. Todo ello, un año después, Duhalde lo bautizaría como “modelo productivo”. Por lo tanto, uno de los problemas del “giro heterodoxo” del “nuevo Cavallo” es que cayó ante un grupo social que estaba demandando otras cosas. La “audacia” de Cavallo ya no era tal, porque los supuestos beneficiarios de los “planes de competitividad” ya estaban pidiendo más cosas, incluyendo la salida de la convertibilidad. Cavallo ya no era ni la persona que podía convencer a quienes pedían un giro ortodoxo, porque ellos observaban con preocupación la inestabilidad política de todo el gobierno, ni tampoco alguien que pudiera conformar las aspiraciones de los industriales nacionales que pedían, en forma cada vez más sonora, un cambio de modelo económico, con cada vez más demandas -y no ya solo devaluatorias. En resumen, el “nuevo Cavallo” no encontraba ningún lugar en la política económica del 2001, y solo profundizaba su aislamiento. De Mendiguren tenía razón y hubo un avance en una institución que desde Roberto Favelevic había perdido peso en el escenario nacional.

La financiarización de la economía terminó con el conflicto político histórico entre el campo y la industria en 1977, cuando los industriales grandes y la SRA unidos por el amor al dinero,  se dieron cuenta que endeudar y fugar era la clave de los negocios, más que exportar o fabricar. Lo que sigue hoy en 2021 de nuevo es el Gobierno de los industriales ligados a la meditación financiera. El campo y la industria piensan como entidades financieras. Es notable como la UIA en lugar de salvaguardarse industrialista, es una de las entidades filosóficamente más neoliberales del mundo emergente. Ya no significa un embarazo explicitarlo, se puede exponer en termino de designaciones. Eligió presidente a un abogado defensor de empresas (laboralista), dócil y diletante que no paga quincenas, no huele a metales, grasa, ni pintura y, nunca tuvo el honor de lucir un overol. El círculo rojo normalizó el perfil que tienen los gerentes de sus propias corporaciones, De Mendiguren hoy es un obstáculo y se lo sacaron de encima los industriales de las fotocopias del cuaderno. El círculo rojo que logró tener un presidente de la Nación que recibió órdenes y las ejecutó sin objeciones por cuatro años, no tiene la menor intención de bancarse a un dirigente desarrollista. El sistema continuara teniendo simples administradores para la mayordomía en todas y cada una de las organizaciones empresariales del país.

[1] Ver Página 12, 1 de octubre de 2001, "Entrevista a José de Mendiguren: El Gobierno no tiene un plan económico ni social". Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-02/pag04.htm (último acceso: 1 de agosto de 2017)