Esta semana hemos visto cómo nos asfixiaron, a través de la orquestación perpetuada por el juez Bonadio, que en sus últimos minutos antes de pasar a ser jubilado manda a detener a Carlos Zannini, a Luis D’elía, Fernando Esteche, prisión domiciliaria a Héctor Timerman por su delicada salud -qué considerado-  y después de que Cristina Fernández jurara, como diputada electa, pide el desafuero para encarcelarla y enjuiciarla como una traidora a la patria.

Ella, que dijo que la Patria es el otro.  Parece un guión de cine, televisión y noticieros que iban a desaparecer con la Ley de medios.

Las luces están puestas, las cámaras marcan su titilante rojo y enfocan, la actuación de Bonadio es en el marco por encubrimiento al atentado a la AMIA, en la que se investiga el memorándum de entendimiento con Irán. El humo aparece y tapa la fallida búsqueda con vida de los 44 tripulantes del ARA San Juan, la reforma previsional, laboral, tributaria y de salud. Pero la Policía del Pensamiento levanta, empuña el arma y dispara.

El show comenzó y debe seguir, el Estado se subleva y va contra aquello que dijo en sus spots como que “no vas a perder nada de lo que ya tenés” o que los trabajadores no iban a pagar más el impuesto a las ganancias. Pero la sed no se sació y fueron por más, los micrófonos ahora apuntan a que la culpa de todos los males es la expresidenta y actual senadora electa por Unidad Ciudadana, Cristina Fernández de Kirchner.

Hace dos años que los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA perpetuado en 1994 bajo el gobierno de Carlos Saúl Menem buscan que se avance y se encarcele a los culpables. El 7 de diciembre de 2017 Bonadio no puso preso a ninguno de los que perpetuaron y dilataron la investigación, todo lo contrario.

Él fue acusado y apartado de la causa por entorpecer la investigación.

Gustavo Bruzzone, Carlos González y Jorge Rimondil, conjueces en la Sala I de la Cámara Federal resolvieron enviar los antecedentes de Bonadío a la Comisión de Disciplina del Consejo de la Magistratura,  donde los magistrados le reprocharon al ahora Juez Federal por qué no se apartó voluntariamente del caso cuando el Gobierno imputó al ex ministro del Interior Carlos Corach.

Bonadio había sido su segundo empleado directo, cuando Corach estaba al frente de la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia de Menem.

Pero los focos de luces se apagaron ante otras noticias como por ejemplo que por día cierran fábricas, aumenta el desempleo y cada vez carece el empleo formal. Las fuerzas de seguridad que deben estar  al “servicio de la comunidad” se ponen la camiseta de los empresarios y sus balas entran de lleno en el pecho obrero.  Todo con complicidad de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien es conocida por haberle reducido el 13% a los jubilados en el gobierno de Fernando De la Rúa. Este siglo XXI merece el renacimiento de una nueva Norma Plá porque quienes pagarán la deuda –que superó a la obtenida durante la última dictadura cívico militar- lo van a hacer los jubilados.

Pero después del espacio publicitario, podés elegir tu propia aventura: que Santiago Maldonado se ahogó por no saber nadar –y no porque Gendarmería lo estaba por cazar-, que Rafael Nahuel estuvo en un momento inoportuno con armas altamente peligrosas como piedras y lanzas, que Raúl Godoy, dirigente y diputado electo en Neuquén se fracturó el hueso del peroné porque una bala de la polizzia represiva le disparó mientras desalojaban a los trabajadores de la Maderera Al Mundo.

Eso no es todo, Cambiemos deporta y le niega la entrada al país a más de 60 activistas de todo el mundo que vienen a protestar en contra de la OMC –Organización Mundial del Comercio-que se llevará a cabo en Capital Federal, alegando que dejaron expreso a través de las redes sociales que iban a protestar. Son una luz.

Pero no todo lo que brilla es oro, y el neoliberalismo, el capitalismo y la explotación es igual en todos lados, y las recetas son las mismas. Trabajo barato, megadevaluación, caos y hambruna.

En la televisión una persona puede hacer miles de personajes, pero ni Mauricio Macri ni Patricia Bullrich ni todo su gabinete son actores y sus decisiones no pueden ser medidas con rating de Ibope. 

No nos queda otra que apagar la televisión.