Muchos jóvenes peronistas defeccionaron, pero otros desencantados con Menem soñaron con ser artífices de algo nuevo. Apareció el FREPASO que mantendría al peronismo y la UCR con un pie en el pasado y marcaría el comienzo del fin de su poderío. Habiendo un solo camino honesto para conquistar el poder en democracia, el carril de las ideas de un remanente moderado de aquellos turbulentos “imberbes”, sería la senda, otros todavía temerían “sacar los pies del plato” (como decía el General).

En el último período de Cristina, la lucha política interna no ha sido el modo de adquirir o perder posicionamiento, sino el despido o la fuga lisa y llana. Para poder quedarse, nadie discutía demasiado, curiosamente muchos que se le plantaron al General Perón, a Cristina la adulaban, le hicieron mal, se hicieron mal. Otros la enfrentaban como si fuera un enemigo y pasaban a la vereda de enfrente a sacar los trapitos al sol de una forma sorprendente.

Después del triunfo de Macri, el peronismo vagó y vagabundeó hasta esta noche, mezclando doce años de gente desgastada, con gente nueva.

La Ciencia Política nos ilustra desde muchos autores. La política ya no admite gente vieja, actores del pasado. No se trata de edad, todo lo contrario, se requiere experiencia y talento más que nada en otras áreas que no tienen que ver con la política de comité. No todo es la política, el Congreso o el Poder Ejecutivo. Existen otras incumbencias, nuevas demandas, y en esto, el último periodo de Cristina fue escaso. La situación requiere ausencia absoluta de antecedentes opacos o poco edificantes. Esto si lo entendió Cristina, se nota en las listas que el destino ha deparado algunas sorpresas como Fernanda Vallejos, cuatro lugares adelante de Daniel Scioli.

También es una realidad que si hoy Marcelo Tinelli, Mirta Legrand y Susana Giménez fueran candidatos, dejarían atrás a muchos de políticos profesionales y emergentes militantes en una elección. Hay que tratar con respeto a la militancia que pagó un alto precio por intentar la aventura de tener un país más justo, pero ya han hecho mucho, serán muy buenos consejeros, tendrán un nuevo rol. La experiencia de ellos siguió un derrotero que dio sus frutos en una juventud emocionante y participativa. Pero se trata de ganar elecciones y muchos militantes e intelectuales han de privarse del regreso. Hay mucha gente que no los quiere, de hecho no quiere saber nada con su nombre en una boleta. La idealización del militante de Unidad Básica, o el político profesional, ha contrastado con el resultado de las urnas. Cristina confiaba en que la poética de las bases juveniles era el camino, pero la realidad de las urnas le demostró que la cosa sentimental que tanta popularidad atrajo, no alcanzaba para pasar el necesario 50%. Hoy la mayoría de la gente que vota quiere su propio bienestar ya y “pensar cero”. En cuanto disminuye un poco el bienestar, se termina el romanticismo y hasta el interés por leer Patoruzito. Macri como Menem lo tiene clarísimo, por eso regala dólares a diestra y siniestra. Los “Miami First Time”, ahora mismo lo aman. Estamos viviendo un tiempo de inmediatez, la gente mayoritariamente pide cosas nuevas, se aburre fácil. Si subestimamos o despreciamos a la gente porque es tonta o no la entendemos, podemos creer que el saber esta en el partido y, eso aun cuando sea cierto, no es nada peronista.

“Los millennials” no son solo los chicos que nacieron en este tiempo. Hay abuelos millennials, padres milennials y pueblo milennial. Aunque muchos pensábamos que la cordura iba a prevalecer, que lo culto iba a superar a lo inculto, la verdad a la mentira y la realidad a la ficción; eso no sucedió y lo estamos padeciendo.

Ya vemos la afectación de la novela Macrista. La recuperación de la pasión por el dinero sobre la literatura, de ir Miami en vez de a Mar del Plata, de mandar el dinero afuera en lugar de comprar una maquina; esa cultura corre a toda velocidad. -¿Desapareció cierto idealismo romántico?- No lo sabemos, pero hemos visto defeccionar a muchos “Cristinistas”. Pero también estamos frente al principio del fin de la esperanza en “Cambiemos”. Nos encontramos en una Argentina en crisis, con empresarios argentinos fundidos, familias arruinadas sin trabajo y una deuda que crece amenazante. Si se produce un cambio, la esperanza renace, pero si otra vez nos equivocamos muy pronto nos encontraremos en una crisis de magnitud. Pobres, y sin esperazas. Debemos ocuparnos ya de la tragedia a la cual se aproxima Macri. Es necesario hacerlo al mismo tiempo de identificar lo que quieren todos y todas, no solo un grupo grande y afín.

Macri hoy domina los escenarios. El empresario licitador devenido presidente es aliado del Rey de España, de Máxima la Holando-Argentina, Trump y Merkel. Se cumplió su objetivo, superó a su padre, ha entrado al salón de la fama, y se ha convertido en un ejemplo de cómo se puede obtener prestigio y más dinero. Mauricio logró más que Franco, si bien los dos son Macri.

En la Argentina el surgimiento de una enérgica Ceocracia produjo un mensaje abarcador de extraordinaria nivelación social, casi sin precedentes en la derecha. Un publico amplio, que incluyo desde las familias tradicionales de doble apellido hasta una naciente clase media (hoy en extinción), el vulnerable trabajador televidente y el pequeño industrial o comerciante que se inmoló. Con mensajes bajos tocaron temas elevados y, apelando a la corrupción mezclada con cierto mal humor, consiguieron ganar.

Habiendo tematizado la historia reciente, solo me cabe esperar que Cristina Fernández, con su extraordinaria lucidez haya tenido tiempo de explorar esta ambigüedad diletante pero triunfante que simboliza Cambiemos.

La derrota de las elecciones nacionales justifica la auto crítica que redunda en importantes cambios. Los Ceocratas combatirán por un paraguas legislativo que ya saben que se puede obtener con intrigas de corrupción y conspiraciones.

Si hay verdadero amor por el pueblo y la Nación, es posible rever los obstáculos y subsanarlos. Pedir un paso al costado para los actores que sin querer empantanaron el proceso iniciado en 2003, no es un sacrificio. Entendido y aceptado,  esto implica el pasaje de los ideales y convicciones no negociables, a un enfoque más pragmático, donde el fin (la felicidad del pueblo) no justifica cualquier medio, sin embargo conlleva volver a la humildad, reconocer los errores, arrepentirse y cambiar. Estos son los elementos que devolverán el rumbo corregido y aumentado. Recordando al General, primero la patria, después el movimiento y por ultimo los hombres.