Una materia pendiente en la Argentina, es una nueva Ley de Inversiones Extranjeras. Intercambiando con el doctor Sauvant en la Universidad de Columbia entendí como viene el enfoque de las inversiones en el siglo XXI. Confieso que me cautivó el concepto de “sostenibilidad”, algo que en la Argentina no se ha planteado, no solo con los gobiernos pro mercado, sino tampoco en los gobiernos nacionales y populares.

El problema ya no es nacional o multinacional. El problema es “sustentable” o “endeudamiento y fuga” (Basualdo). Esta probado que desde la RF/77 (Reforma Financiera de 1977) durante todos los gobiernos, no solo las multinacionales endeudan y fugan, los grupos oligopólicos nacionales y grandes empresas argentina lo hacen. Incluyendo la pequeña burguesía industrial-comercial, que quiebra en Argentina y hace edificios para la venta en Punta del Este.

El cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU dice que se requieren recursos esenciales, incluidos flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) sustancialmente mayores. Sin embargo, el problema no es solo lograr mayor IED, sino una inversión comercialmente viable que contribuya al desarrollo económico social y ambiental.

El próximo Gobierno puede “abrir la cabeza” y llevarla a cabo en el marco de los mecanismos de gobernanza equitativa, más claramente denominado: "IED sostenible".

¿Qué es exactamente la IED sostenible?

Claramente no es la inversión golondrina que impulso el ingeniero Macri, con las consecuencias que están a la vista. Es una clase de inversión que exhibe “sostenibilidad”. Las principales características son contribuciones económicas, sociales, ambientales y de gobernabilidad que Argentina debe exigir y que las multinacionales deben hacer. Estas contribuciones se pueden extraer de más de 150 instrumentos principalmente recientes, que definen la interacción entre los países de acogida y las empresas multinacionales.  Acuerdos internacionales de inversión, instrumentos intergubernamentales voluntarios, leyes del país de recepción, políticas del país de origen, estándares de organizaciones intergubernamentales, empresas voluntarias y códigos industriales de instituciones privadas.

Estos instrumentos representan un cuerpo de ocho grupos principales de partes interesadas. De allí surge una amplia gama de contribuciones, que representan las claves de sostenibilidad. Más importante aún, una serie de características de sostenibilidad que están contenidas en la mitad de los instrumentos que involucran 50% de los grupos de las partes interesadas: baja emisión de huella de carbono, derechos laborales, seguridad en el lugar de trabajo, no discriminación, derechos humanos, reasentamiento, transparencia, estándares de la cadena de suministro, participación de los interesados ​​y cumplimiento legal.

Estas se definen como “características comunes de sostenibilidad de la IED”.

Por ejemplo, al menos la mitad de los instrumentos categorizados como estándares del país de origen, estándares de organizaciones internacionales, estándares de inversionistas institucionales privados y códigos de empresas multinacionales, que contienen la característica “baja huella de carbono”.

Si se toma un umbral inferior a un tercio de los instrumentos que involucran al menos los grupos de las partes interesadas, hay 20 “características comunes emergentes de sostenibilidad de la IED”. Por ejemplo, un tercio o más de los instrumentos intergubernamentales voluntarios, los instrumentos del país de origen y los códigos de las multinacionales contienen “vínculos locales” como contribución. Estos son los emergentes de la sostenibilidad. Las características van a graduarse para convertirse en características comunes de sostenibilidad de la IED en unos pocos años. También podemos esperar que en 2020 surjan nuevas características de sostenibilidad de la IED, y como los países implementan los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), reflejando la relación dinámica en evolución entre las nuevas inversiones y las necesidades de desarrollo sostenible. A esta altura, en medio del resurgimiento del proteccionismo, es obvio que ya no se puede soslayar el tema de la inversión extranjera sostenible.

Podrá verse una superposición notable en los tipos de contribuciones que los gobiernos esperan que las multinacionales hagan para el desarrollo sostenible de los países receptores, y los que las propias multinacionales esperan hacer para alcanzar ese objetivo. Estas contribuciones van más allá de “no hacer daño”, implican aportaciones activas para el desarrollo sostenible, creando vínculos.

Una concertación de conceptualización teórica peronista. Gobierno, Empresa, Sindicatos.

Esta convergencia sugiere un consenso entre una amplia gama de partes interesadas, de diversas regiones geográficas, en cuanto a lo que implica la IED sostenible, reflejada en las características comunes y emergentes de la sostenibilidad de la IED. Los instrumentos intergubernamentales sustentan este consenso. La convergencia debe tener efecto de señalización para todas las partes interesadas. También debe hacerlo más fácil para incluir características de sostenibilidad en los instrumentos que se negocian o adoptan, especialmente proporcionando orientación sobre lo que es generalmente aceptable.

Esta convergencia será relevante para los debates de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre la facilitación de los flujos de IED. Pero la acción primaria debe tener lugar a nivel nacional y provincial, aquí y ahora. Es necesario cambiar la mentalidad estrecha no solo “local”, sino de las “multinacionales hegemónicas”. Las agencias de promoción de inversiones (IPA) deberán cambiar el chip: de “más IED”, a “IED sostenible”, o no les abriremos las puertas. A nivel de agencias es un desafío difícil que debemos encarar desde Cancilleria, ya que las IPA se evalúan generalmente en función del número de proyectos, la cantidad de capital y número de empleos generados.

Estos criterios siguen siendo relevantes, pero deben complementarse con criterios de sostenibilidad. El planteo requiere acciones en los niveles más altos del gobierno, reforzados por incentivos e IPA que trabajaran en alianzas con inversionistas para mejorar su perfil de sostenibilidad en el contexto de las inversiones individuales. Dada la situación que ha de heredar el próximo gobierno, las características de sostenibilidad serán extraordinariamente relevantes a la hora de diseñar inversiones. Habrá que firmar acuerdos, definiendo “inversión” como “inversión sostenible”, aplicando criterios de admisión a propuestas y que deben requerir aprobación. Ágil y dinámica, pero con beneplácito. También en el desarrollo de acuerdos locales de corporaciones que estén presentes, deben plantearse los beneficios de desarrollo sostenible para mejorar la calidad de inversión, contemplando todo el ciclo de vida de las inversiones.

Sin embargo, no solo Argentina y las multinacionales van a interactuar. Los países de origen, cuando apoyen a sus empresas que invierten en el extranjero. Y, dicho apoyo vinculado a consideraciones de sostenibilidad, como lo hace, por ejemplo, Bélgica. Responsabilidad compartida de los países de origen y las multinacionales.

Para entonces, la Argentina debe definir una lista indicativa, ampliamente aceptada por el arco político y sindical acerca de características de sostenibilidad, construida en torno a las necesidades comunes de la IED sostenible.

Dado que las inversiones representan la llave de crecimiento a largo plazo, esta conceptualización-acción ejecutiva mediante- será imprescindible para recuperar la credibilidad perdida en estos años, estableciendo una dirección en términos de desarrollo y orientación a las políticas públicas.