El fútbol argentino me está hartando. Y hablo del fútbol argentino porque es el que consumo día a día; es del cuál conozco más detalles y mañas que el de los demás del planeta. De todos modos no se trata de una comparación sobre el juego que se ve en nuestra liga y el que se ve en otras, incluso en el  continente americano.

El juego que llevan adelante nuestros jugadores y directores técnicos podrán gustarnos algunos más que otros, algunos te pueden caer simpáticos unos que otros, pero en términos generales el campeón, el equipo que termina consagrándose campeón, extrañamente haya tenido, como se los llama en el tenis, puntos gratis. No hablo de paridad. Boca Jrs, por nombrar al actual puntero, disputará 10 partidos vs Crucero del Norte y ganará la mayoría; tal vez en uno de ellos golee, y puede que pierda uno; pero no le va a ganar 4 o 5 veces por goleada como ocurre en España con Barcelona y Real Madrid.

Habiendo tenido la intención de poner a salvo la piedra basal de nuestro fútbol; tengo ahora la intención de desterrar las miserias que también, y embanderándose en vaya a saber que sentimiento, han crecido fecha a fecha desde hace años y que está en su momento más crudo y difícil este año. Eso espero… que esto no empeore.

El epidosio Tévez/Ham mezcló los más increíbles e inverosímiles argumentos que se podrían haber escuchado. Fue una coctelera e idioteces y de sinsentidos que hasta rozaron lo político. De golpe, un jugador que gozó SIEMPRE del respeto y del cariño de la gente, estaba sentado en el banquillo de los acusados. El cordero de Dios más suculento que tenemos acá, el que vino tal cuál lo había prometido, el que jerarquiza nuestra liga se mandó un macanón y no alcanza con hacer notar su error. No alcanza con levantar la voz en pos de un mejor sistema de sanciones. Hay que desollarlo; hay que escupirlo y mandarlo al peor de los cadalsos.

Está claro que lo peor de todo esto se lo lleva Ezequiel Ham que va a estar 8 meses fuera de las canchas.

Jugadores que le hacen tactos rectales a los rivales; jugadores que hacen ademanes de tener frío, jugadores que reciben empujones en el hombro y se toman en rostro; arengas espartanas donde no importa poner en práctica lo que se hizo en la semana sino, dejar la sangre y los huevos. Matar o morir, ir a la pelota como si fuera la última, cueste lo que cueste, dejar todo, incluso, existiendo posibilidades de no llevarse nada… esta película es horrible. Maradona, Messi, Vilas, Monzón, Fangio, Ginobili, Lucha Aymar, Roberto De Vicenzo, Gabriela Sabatini, eligieron jugar. La diferencia es abismal. A mí; me gustan esas películas.

Ojalá que la primavera nos calme un poco.