Las teorías neoclásicas, suponen la misma estructura social homogénea entre países desarrollados y emergentes. Desde luego no es así. La falla fundamental de las teorías neoclásicas están no solamente en la pretensión, sino también en el hecho de ignorar totalmente la estructura social, entre otras decenas de cuestiones pre y post pandemia. El enfoque tradicional trata de entender el escenario 2020/2021 con teorías que no fueron construidas para la esencia de los problemas actuales, sobre todo en países emergentes. Cuando se ignora la estructura social, la lógica no coincide con las premisas fundamentales de la realidad. Los países desarrollados y aquellos emergentes-que están empeñados en copiar, progresar y desenvolverse como ellos-, tropiezan hoy con una enorme contradicción entre el dogma y la realidad. Y esto es lo que terminó de descubrir el COVID-19, que la desigualdad no solo está debilitando la economía mundial, sino socavando las democracias y polarizando las sociedades.

EL CISNE NEGRO Y SUS EFECTOS COLATERALES EN EE.UU.

Cuando la economía estadounidense cayó 30% en un trimestre, el desempleo se disparó del 3.5% => 14% (cuadruplicó). Y, aunque la economía se recupera a todo ritmo, el desempleo de junio fue 5.9%, un 69% arriba de la mejor performance de Donald Trump. En 2020 nos sorprendimos que a Jeff Bezos le costó u$s 38.000 millones su divorcio, pero nadie imaginaba que en el mes siguiente recuperaría u$s 35.000, por causa de la pandemia. Elon Musk ganó en la pandemia el equivalente a 1 PBI de Hungría. El Price/Earning del mercado estadounidense en promedio es 32, cuando 16 es bueno. En 2021 Amazon, Google, Microsoft Facebook y Apple equivalen al 21% del PBI de EE.UU. A su vez el S&P 500 inauguró el S&P 5, ya que el 23% de la capitalización del índice lo explican también 5 empresas, quitándole Google e introduciendo Alphabet al grupo anterior. Amazon controla los precios del 97% de los productos al por menor en EE.UU. El negocio de la salud en EE.UU. equivale a 17% del PBI. EE.UU. tiene la misma relación de endeudamiento que Argentina, alrededor de 100%. Claro que con otra tasa y otras posibilidades de emitir y gastar. Para salir de la Gran Depresión, EE.UU. gasto 6% del PBI. Ahora necesitó una suma de paquetes que suman 5 billones en 18 meses. A valores de hoy, EE.UU. gastó 4 billones para ganar la Segunda Guerra mundial. Los países están gastando como los marineros borrachos. La economía aun no empata la caída y las acciones están 80% arriba. Los mercados están divorciados de la economía real.

LA ECONOMÍA Y LOS NEGOCIOS CAMBIARON

Economía, negocios y trabajo, están cambiando. Casi 3/4 partes de la Generación Z y los millennials en los EE. UU. siguen personas influyentes en las redes sociales, y confían en ellos más que en sus propias celebridades cuando se trata de consejos sobre marcas o productos. Ellos mismos quieren ser influencers y no les interesa ir aun gratis a una conferencia sobre macroeconomía. El 86% de la Generación Z y los millennials encuestados por Morning Consult, publicaría contenido patrocinado por dinero, y el 54% se convertiría en un influencer si tuviera oportunidad (MC encuestó a 2.000 estadounidenses de 13 a 38 años sobre la cultura de los influencer). El 61% de los jóvenes estadounidenses dijo que ya pública sobre las marcas que les gustan. -¿Cuánto pueden ganar?- En Instagram, un microinfluencer con 15.000 seguidores u$s 457 por una publicación patrocinada, con 50.000 seguidores en Instagram un influencer podría ganar u$s 1.026 en promedio por una publicación, y con 250.000 seguidores, podría ganar $ 3.766. Las empresas asignan importantes partidas publicitarias a las redes (Fuente: eMarketer). Alrededor del 31% de los gerentes de marketing dijeron que estaban aumentando su enfoque en los influencers. Tanto la Generación Z como los millennials dicen que serían influenciadores para marcar la diferencia en el mundo (58% y 48% respectivamente), y ambos trabajadores desean horarios flexibles (55% y 60%). El motivador clave de la Generación Z es la oportunidad de compartir sus ideas con una gran audiencia (53%), mientras que los millennials están motivados por el dinero (58%).

Es curioso que en la Argentina los economistas del establishment pidan planes de largo plazo…

Argentina y el NUEVO mundo

Estribando en esta realidad mundial, donde EE.UU. lleva gastados 26 puntos del PBI para atender el fenómeno 2020-2021, Argentina asiste más moderadamente que todo el resto del mundo los problemas derivados de la crisis mundial, que vino a sumarse a una implosión propia en 2018. No se le puede dejar todo al mercado. El programa gubernamental de Argentina-como el de todo el mundo-se fundamenta en más Estado y menos desenlaces fatales de mercado, como 2018. Hasta hoy se trata de un programa moderado a nivel fiscal y monetario que ha permitido atender precariamente las urgencias de la pandemia y al mismo tiempo negociar el  Stand-By con el FMI, a efectos de reparar el engendro del Gobierno anterior asistido por el organismo multilateral.

Existe un consenso entre los economistas más destacados, ellos creen que el problema fiscal de los países, se debe a la baja recaudación y concentración de los ingresos (Stiglitz, Krugman, Piketty) y no al nivel de gastos, como insiste el neoliberalismo vernáculo residual. El Gobierno contuvo el gasto, a pesar de la pandemia. Lo nuevo en el mundo es que el Estado ayuda, como respuesta a los  problemas. Es que la caída 2020 por el cierre economico de los países y sus fronteras ha limitado las habilidades a desplegar. Sobre todo en Argentina que comienza 2020 con una deuda reperfilada compulsivamente-en default-sin crédito, sin reservas suficientes, con 24.000 empresas ausentes y 280.000 puestos de trabajo menos. Los que reclaman un programa y sus compinches, nunca tuvieron ni reclamaron siquiera un bosquejo. El problema no es la falte un plan, sino que el que existe no lo quieren porque tiene altas probabilidades de éxito y, el Gobierno lo aplica rigurosamente generando  incentivos virtuosos, como el aumento en la inversión que se viene registrando.

La inversión alcanzó en el primer trimestre de este año el lugar más alto en el PBI de la última década. Entre enero y marzo, la inversión a PBI representó el 17.3%. En mayo, esa relación expresaría entre 16 y 17% del PBI. La debilidad en la inversión tiene un efecto adverso sobre la demanda agregada, de importancia crucial en periodos como el de esta pandemia, en que la falta de demanda agregada se convirtió en la contracción decisiva continuadora de la economía 2015-2019. A lo expuesto se suma un progreso sanitario acelerado en aun en el concierto internacional, donde aumentan vigorosamente las vacunas y los vacunados, mientras se logro que las camas disponibles alcanzaran para evitar apilar muertos como en muchos países, aun en EE.UU. 2020. El hecho de que el MSCI sacó recientemente a la Argentina de su  índice de emergentes, pasándolo a la categoría “standalone” (desconexión del sistema financiero internacional), es irrelevante a los fines prácticos; esa decisión es extemporánea y tendría que haberse producido en enero de 2018 cuando regresó Caputo de Washington diciendo que nos cerraron todos los grifos. Después de 13 años de ausencia, en junio 2018 llegó misteriosamente el FMI como prestamista de última instancia con una cifra extravagante que por su nivel nos obliga a pagar sobrecargo de tasas. Endeudarse no es el plan actual, sino desendeudarse a largo plazo, de la mejor manera posible. Endeudarse es caerse del mundo y poner al país con el riesgo de Zimbawe, Bosnia, Líbano, Palestina y Jamaica. Argentina arrastra cuatro años de declive y estanflación. En el periodo anterior a Alberto Fernandez se sumó 11% de caída al PBI per cápita (Fuente: Sturzenegger) y la pandemia mundial le añadió otro tanto.

Pero a contra mano de las expectativas de sortílegos y agoreros y el MSCI, la Argentina redujo el déficit primario, por el aumento de los ingresos tributarios motorizados por las exportaciones, la recuperación económica y el impuesto a  la riqueza. El gasto se redujo como consecuencia de una caída transitoria  de las jubilaciones y  los planes sociales. En el primer semestre 2021, la base monetaria creció $ 265 mil millones (+10.7%). El  BCRA emitió $ 596 mil millones pero para comprar u$s 6.456 millones en el mercado cambiario  oficial, de los cuales el Tesoro le compró u$s 1.675 millones contra $154 mil millones, emitiendo solo $ 95 mil millones para financiar al Tesoro y absorbiendo pesos vía pasivos remunerados del BCRA por $ 292 mil millones y venta de títulos dolarizados por $ 134 mil millones.

En los primeros cinco meses 2021, aumentó el superávit comercial cambiario a  u$s 8.800 millones, explicado por + u$s5.107 M (2021/2020). No obstante se redujo la demanda de divisas a u$s 3.064 millones, unos u$s1.190 millones menos comparando 2021/2020. En consecuencia la oferta de  dólares excedió la demanda y el BCRA compró u$s5.700 millones.  En junio el BCRA compró  otros u$s730 millones y en julio  sigue comprando.

LO QUE PODRÍAMOS ESPERAR

La desigualdad creciente y la movilidad en descenso constituyen una amenaza. No es solamente un clamor ético lo que expresamos, es que hay que encender las alarmas de lo que pueda traer consecuencias reales como las que ya hemos visto, justo cuando se cumplen 20 años de la hecatombe 2001. Cuando la clase media se ve negada a mantener su calidad de vida, deslizándose hacia abajo, y los pobres no gastan porque no tienen, arrastra a la totalidad de la economía, como hemos visto.  Es muy difícil resignar derechos adquiridos y desde 1945 la Argentina se forjo sobre la idea de una prosperidad amplia con consumidores fuertes.

Como venimos sosteniendo desde esta columna, desde ahora el  Gobierno  tendría que aumentar el gasto  público, ajustando jubilaciones,  salarios y  prestaciones  sociales por encima  de la tasa de inflación. Es necesario intensificar la intervención en el  dólar contado con liquidación para evitar que se escape la  brecha,  mientras siguen creciendo las  reservas netas, minimizando los pagos de la deuda  externa. En julio se pudo reestructurar exitosamente el  vencimiento de capital con el Club  de Paris  de u$s 2.400 millones, con un desembolso posible de u$s 430 millones en dos  cuotas. Este enfoque económico no entiende de devaluaciones furibundas, no lo hará. Para completar habrá que administrar precios y desacoplarlos de las valoraciones internacionales.

Con una política fiscal y monetaria más expansiva, disponiéndose a cubrir el bolsillo  de la gente de a pie, bajando la tasa de inflación mensual, el Gobierno encara la recuperación del poder adquisitivo de los ingresos. Dado los estímulos monetarios y fiscales de los próximos meses, la perspectiva de crecimiento económico para el 2021 podría superar los 7 puntos porcentuales, con  una economía creciendo a un ritmo anualizado de 5.5% en el segundo semestre 2021, dejando un arrastre 1.5% para 2022.

Al igual que los odiadores de las redes sociales los ecolobistas ahora devenidos en políticos y la prensa disciplinada en “nado sincronizado”, andan a la caza de bobos buscando siempre a quienes confundir. Habituados a proponer que no hay que dar auxilio social y, propugnando que la gente es mejor si la dejamos ayudarse sola, rematan con el lema: “si en vez de darles pescado les enseñamos a pescar...”, hoy en la pileta pintada en la vereda de la Costanera. “La supervivencia del más fuerte” es para la selva, no para los seres humanos. Hay que decir con claridad, es siempre una nueva versión de la misma película con distintos actores y actrices, proyectada una y otra vez, los mismos análisis, las mismas recomendaciones para obtener los mismos resultados.