Se acaba el tiempo para Argentina y el FMI titula Pablo Guidotti (OMFIF 29 de noviembre 2021). Doctor en Economía de la Universidad de Chicago, ocupó distintos cargos en el BCRA con Pedro Pou Doctor en Economía de la Universidad de Chicago, incluyendo la de Vice-Presidente 2º y Director. Profesor de UCEMA.

OMFIF es un grupo de “expertos independiente” para banca central, política económica e inversión pública. Con equipos en Londres, Singapur y los EE. UU. Independiente luce poco serio, ya que no se trata de gente ignorante, sino muy bien entrenada en macroeconomía cuantitativa.

No es inteligente amenazar en modo perspicaz, para un argentino funcionario emblemático de “los felices noventa”. No pueden manejar la agenda de Alberto Fernandez. La Argentina no está en default, no hay apremios y, se encuentra negociando. Lo que estamos escuchando es la parafernalia del entorno neoliberal operando para los intereses alineados.

Mientras los bancos centrales de los “países serios” aportan la mayor incertidumbre monetaria desde el final de la segunda guerra mundial, saliendo de una política extravagantemente expansiva. EE.UU. supero entre 2020-2021 en 25%-ajustado el dólar- el costo total del triunfo la segunda guerra mundial, pero el problema es la Argentina post Macri.

Remitiéndonos a Kant “tiempo y espacio”, “a priori y a posteriori”. Cuando se está renegociando una deuda contraída por un Gobierno corrupto parece raro  que no se revelen los pormenores. La agenda no es la del establishment internacional, no la de gente que “sabe cómo y qué se puede hacer”. Estas frases no quieren ayudar, dejemos a los funcionarios actuales, confiemos en quienes están a cargo de la negociación con Martin Guzmán. Los Chicago Boys deberían repasar, la política ya no los respeta, sus malos resultados fueron contundentes. Dejemos las consignas de la Doctrina de Shock para el profesor Friedman en los setenta, porque con el peronismo no funciona. Se está negociando, los dólares no están, habrá que ver qué pasa con la entidad que otorgó un préstamo equivalente al 60% de su cartera crediticia a un solo cliente. Este señor estuvo a cargo del BCRA y, no se entero que no se pueden hacer esas cosas. La habrá sorpresa. La sorpresa no solo es un factor político clave, es la llave de una negociación financiera.

Macri lo hubiera arreglado rápido como le gustaría a Guidotti. Pero Macri hoy está procesado por espionaje. El tratamiento de la cuestión “fondos buitres” fue sorprendentemente veloz. La velocidad de endeudamiento en 2 años fue record mundial. Cuando le toco a Guidotti Brasil, Chile, México, Perú, Colombia, Venezuela y Uruguay estuvieron expuestos a falencias del régimen contractual internacional (peor calidad crediticia), sin embargo consiguieron el “grado de inversión” o Investment grade, Guidotti con Roque Fernandez no lo consiguieron.

Macri-Prat Gay, Sturzenegger, acordaron en 5 minutos, pero mal. No consiguieron calificaciones ni siquiera cercanas, no sufragaron menos de 7/8% anual (grado especulativo) 3.5/4 veces lo que pago el Gobierno populista, dirigista y estatista de izquierda de Evo Morales.  Económicamente, el beneficio de arreglar en 5 minutos no mejoró los costos nunca en 4 años. Según Cruces en 2013, si Kicillof mostraba voluntad de resolver el problema en términos razonables, reconociendo ciertos derechos de los litigantes, ni siquiera hacía falta pagar todo lo que pedían. Los resultados de litigios de hold outs mostraban que la mayoría pactaba (1976-2010) Fuente: Schumacher, Trebesch y Enderlein, 2014a.

Pero Macri-Prat Gay arreglaron en 5 minutos, y lo positivo se convirtió en negativo, la enorme capacidad de colocar deuda que brindaba un país con bajísimos niveles de endeudamiento (Dujovne), le permitió volver a los mercados financieros globales con una rapidez inusitada. En el primer año de Gobierno de Cambiemos  la colocación de deuda externa fue de alrededor de u$s 42 mil millones. Para cancelar los pagos trabados por Griesa 2014/15 unos u$s 3.000 millones, para pagarle a los fondos buitres u$s 8.700 millones. Al 15 de diciembre de 2015, la deuda total estimada con el sector privado y organismos multilaterales era de u$s 83.710 millones (20% del PBI; 13% del PBI con el sector privado, 7% del PBI con organismos internacionales), “cero con el FMI”, termin siendo 5.5% más del PBI, solo con los fondos buitres, llegando a un total de u$s 106.000; 31% del PBI en deuda intra sector publico- y 5.5% del PBI de LEBAC.

El enfoque ideológico que implicó el apotegma “volver al mundo” se convirtió en solo 2 años en un enemigo autogenerado al servicio del desastre de la política doméstica, muy bien aprovechado por el estrecho vínculo del equipo economico y los bancos e inversores internacionales, tras una década de desendeudamiento. Las visitas de Obama, Trump, Renzi, Hollande, Merkel, Macron y la fiestita propia del G20, nunca marcaron diferencia en términos de inversión y negocios para la Argentina.

En el mercado de cambios se pasó de un sistema de tipo de cambio fijo con controles de capitales a un sistema de tipo de cambio con flotación sucia sin controles y una política monetaria autónoma (Prat Gay-Sturzenegger), derrumbaron el esquema de control y unificaron el mercado cambiario.

Desde el 29 de enero de 2016, en solo 33 días corridos se perdieron u$s 2.000 millones en reservas. Además se eliminaron retenciones a las exportaciones y subió el mínimo no imponible a las Ganancias, mientras aumentaron las tarifas eléctricas y de gas, en forma extravagante. Las tasas de LEBAC y el call se establecieron entre 36.5% y 38%, permitiendo una bicicleta jamás alcanzada. El BCRA acumuló pérdidas en el mercado de dólar futuro por más de $75.000 millones ($42.450 millones en diciembre 2015, $9.000 en enero 2016, y $25.000 en febrero 2016) por efecto de la devaluación. Contra su propia opinión el equipo economico apeló casi exclusivamente a una política monetaria contractiva sin corrección fiscal. Así resintió excesivamente el crédito y el nivel de actividad económica. El Gobierno comenzó su mandato con aceleración de la inflación y caída del nivel de actividad.

Si bien se fijaron metas de reducción gradual del déficit fiscal y de inflación, para 2016 se anunció una meta de déficit primario de 4.8% del PBI y una meta de inflación de 20/25%, que en realidad fueron 7.5% y 41% respectivamente. En otro orden de cosas, la inversión alcanzó apenas 14 puntos del PBI, el menor ratio de toda la región, y más bajo que en todas las recesiones anteriores. En materia de inversión-desde el comienzo-la administración Macri no pudo generar optimismo, sino todo lo contrario.  Como el PBI no creció, cayó la relación capital/producto. Asimismo, una parte del stock de capital se tornó menos productivo como consecuencia de la eliminación paulatina del subsidio necesario para la energía y del aumento del precio de oferta del gas para estimular producción-absolutamente innecesario-que afectó la competitividad de las industrias intensivas en gas. El año terminó con una caída de 2.3% del PBI, en lugar de crecimiento de 3.5% como había previsto el equipo económico. Un error de pronóstico de alrededor de u$s 30.000 millones, viajaron 5.7% del PBI.

Según el mismo estudio, el resultado final del sector público argentino (nacional + provincial + municipal) como porcentaje del PBI: 1961-2013, proporcionó un déficit promedio 1961-2013 de 4.2% del PBI (Juan José Cruces, Ph.D in Economics, University of Washington, rector de la Universidad Torcuato Di Tella). Entonces si quitáramos los 7 años de superávit y 3 años de bajo déficit del periodo kirchnerista, hubiésemos superado el 7% de déficit, incluyendo el periodo de convertibilidad. ¡Uf! -¿Un éxito fiscal el kirchnerismo?- Esto es data.

En todas partes, pero especialmente en la Argentina, la deuda pública históricamente detiene la acumulación de capital, coloca en riesgo la estabilidad del sistema económico y financiero, haciendo que resulte imposible administrar la política monetaria y más tarde es difícil evitar el estallido social (2001). Y eso paso mientras Guidotti estaba a cargo. Gracias por las recomendaciones pero, el Gobierno no tiene miedo.