Cambiemos, una alianza de corte neoliberal en lo económico y conservadora en materia de derechos individuales, dio luz verde para el tratamiento del proyecto que propone legalizar el aborto. Inesperado. Hasta Mauricio Macri y varios funcionarios declararon abiertamente estar contra.

La decisión llega después del pañuelazo del lunes pasado en el Congreso, previo a que se introduzca la iniciativa por séptima vez. La primera se presentó fue hace trece años, en 2005. El tratamiento se desestimó tanto con Néstor Kirchner, como con Cristina Fernández y con el propio Macri, en 2016. Entonces, ¿por qué ahora?

En primer lugar porque el debate está más en agenda que nunca. Y esto no es por la gracia divina de Dios, más bien todo lo contrario. Es por la militancia que desde hace tantos años llevan adelante las mujeres.

En otro orden -y sin restarle mérito a lo anterior- para entender por qué la séptima puede ser la vencida, al prestarle atención al contexto político nos encontramos con una disputa abierta entre los dos popes que se oponen a la aprobación: el Presidente y el Papa.

Si bien la influencia de la Iglesia ha pesado y pesa mucho en Cambiemos, recordemos por caso que en 2016 Vidal tuvo que dar marcha atrás con el protocolo de interrupción del embarazo en hospitales de la Provincia, es evidente que entre el Vaticano y la Rosada hoy las cosas no están bien.

Sin ir más lejos, el mes pasado Francisco encabezó una gira por Chile y Perú sin tocar suelo argentino. El distante paso por los cielos de Bergoglio se interpretó como una provocación en los pasillos de Balcarce 50. A tal punto que Clarín calificó la gira del pontífice como “la peor de sus cinco años”.

El hito más reciente de esta pelea se produjo el miércoles, en la multitudinaria marcha de Hugo Moyano. En el escenario, antes de que hablara el dirigente camionero, el secretario general de la CTEP, Esteban Castro, citó a Francisco en su discurso. "Ha demostrado estar siempre con los pobres", destacó. Apenas un día después, el oficialismo le da vía libre a su bloque para tratar la legalización en Comisiones.

La jugada del Gobierno no es un cambio de  postura sobre el tema, ni mucho menos. Es más bien una forma de correr de la escena el reclamo del 21F y poner a la Iglesia a la defensiva.

Como nota al pie hay que mencionar que en el caso de que el proyecto avanzara al Senado, llegaría hasta las manos de Cristina Fernández. Durante la campaña del año pasado, la ex Presidenta fue mirada de reojo por los propios cuando dijo en AM750 que “la sociedad no está preparada” para el debate. Sin dudas, más allá de lo que vote la Senadora del FpV, para el PRO es una oportunidad de mojarle la oreja al kirchnerismo.

Veremos si esta grieta que existe entre los sectores de poder le despeja el camino a un reclamo tan justo como necesario y urgente. Por lo pronto, el debate que se avecina en el Congreso genera entusiasmo.

Analistas de política dicen que los buenos dirigentes son los que tienen despierto el sentido de la oportunidad. ¿Será este el momento de acelerar? Son las mujeres que vienen dando la lucha las que tienen la respuesta.

Por lo pronto, a contramano de lo que ellos mismos podrían desear, con Macri en la Rosada y Bergoglio en el Vaticano, la despenalización del aborto en Argentina tiene más chances que nunca.