Manos en los bolsillos, los brazos apretados, capucha puesta y el paso apurado. Los cuerpos oscuros se iban acercando de a poco a la puerta de GEBA. En la vereda de enfrente la antítesis, el contraste más bizarro: los seguidores de Katy Perry. De un lado "el bien", del otro "el mal", ¿o no siempre fue así? Solo que esta vez vimos representados los estereotipos en su máxima expresión.

Las puertas de GEBA se abrieron temprano y, gracias a A.N.I.M.A.L. y De La Tierra, ambas bandas lideradas por Andrés Giménez, no solo se dio el ingreso paulatina y tranquilamente, sino que se pudieron escuchar buenos grupos que representan al metal en Latinoamérica.

Increíblemente, ni bien pasamos la entrada al predio, nos cruzamos con el 'Tete' -bajista de La Renga- quien nos saludó muy amablemente mientras esperaba por la banda norteamericana. Quizá, era el último que esperábamos encontrar ahí.

La espera no fue mucha y 'Runnin' with the devil', de Van Halen, comenzó a sonar en el predio de Palermo cuando el telón todavía permanecía cerrado. En un momento, los gritos empezaban a aumentar mientras se abría la larga tela roja y la piel se ponía cada vez más de gallina. Los músicos comenzaron a ubicarse de a uno en sus respectivas posiciones en el escenario y GEBA era puro descontrol.

Pero faltaba el más importante: Corey Taylor salió con un grito desgarrador cuando la distorsión de 'XIX', el primer tema de su último disco '5. The Grey Chapter', empezaba a desatar el infierno en la Tierra, con lenguas de fuego que brotaban desde el interior de la escena.

Mucho fuego. Durante todo el recital estuvo presente este fenómeno de la naturaleza, que acompañó varios temas y en otros, simplemente apareció de fondo, constantemente prendido, como si estuviéramos ante la mismísima presencia de Satán. Detrás, una cabra maldita nos miraba fijo, sus ojos se ponían colorados, nos amenazaba constantemente, es evidente que a dónde vayan presentan un show con todos los condimentos para que sea una gran cita con el demonio.

En el principio del recital, el vocalista -muy profesional en todo momento- lanzó algunas palabras que aprendió en español para la ocsaión: "Hola Argentina. ¿Cómo estás? ¿Bien?. Muchas gracias".

Hay que destacar el carisma de Corey Taylor para manejar y hablarle de frente al público. Además, tiene una voz impecable, afinada para cantar y muy potente al momento de 'pudrirla'. En general el sonido fue realmente muy bueno, fue arrollador. Se nota el profesionalismo de toda la banda, que en ningún momento defraudó.

Slipknot no envejece, los que envejecemos somos nosotros'. El hecho que usen máscaras hace que sean eternos. Incluso, no se siente tanto la ausencia de ex miembros como podría pasar en otros grupos. Pero lo que sí pudimos notar fue la presencia de un público joven del metal, que no era mayormente adolescente, sino que muchos crecimos con este tipo de bandas a las que comenzamos a escuchar allá en el cambio de siglo.

"Gracias por mantener viva la llama del heavy metal aquí en Argentina", lanzó el cantante varias veces en los intervalos entre tema y tema, con un perturbador sonido permanente de fondo. A Corey le gusta el quilombo: se podía ver su sonrisa a través de la máscara cuando la gente pogueaba o cuando cantaban: "Olé, olé, olé... Slipknot, Slipknot". "You are very loud Argentina (Ustedes se hacen escuchar Argentina)", lanzó asintiendo con la cabeza.

Cuando ese frío invernal se había ido gracias al calor de la hoguera natural que se había formado en GEBA, comenzó la intro que más hizo saltar a todos: 'Before I Forget'. El grupo pasó por todos sus discos, los temas de 'Vol. 3: (The Subliminal Verses)' eran muy cantados, pero los que pegaban más profundo en la psiquis metalera eran los de 'IOWA'. "¿Quieren escuchar algo de IOWA mis amigos?", exclamó Corey, y la violencia empezaba a brotar del suelo. Tocaron un poco de todo, incluidos todos su temas que fueron cortes, salvo 'Dead Memories' que faltó.

Casualmente, el sábado era el cumpleaños del guitarrista Jim Root y, gracias a la intervención del vocalista de la banda, las almas que estaban rendidas ante la fuerza de la oscuridad le cantaron muy cálidamente el 'feliz cumpleaños'. Otro momento interesante fue cuando Taylor hizo una encuesta en vivo y preguntó cuánta gente veía a Slipknot por primera vez. Además de ser un gran frontman, es inteligente.

Sobre el final tras poco menos de dos horas de show la banda se despidió con 'People = shit' y 'Surfacing'. Dejaron una música diabólica circense mientras saludaron a los muertos vivientes que estaban abajo, y cerraron el telón.

Salimos por un pasillo sin horizonte, todos apretados, como cuerpos vagabundos que marchaban hacia el matadero. A pesar de la mala salida, ninguno de esos diabólicos hombres de negro lanzó una piedra, tiró una botella, lanzó un insulto. Más allá que de la vereda de enfrente marquen esos estereotipos de los que antes hablábamos, el respeto es mucho más fuerte en el infierno que en cielo.

Por eso, hicimos unos pasos y nos quedamos disfrutando del show aparte que dio Damián Salazar, el reconocido guitarrista callejero que se hizo famoso en las redes por su gran habilidad, y que le puso distorsión a la salida del portal del cual volvimos y caímos a la realidad.