La semana pasada Steven Patrick Morrissey brindó dos fantásticos show en Argentina, justo con el cambio de gobierno en el medio. “¿Están contentos con su nuevo presidente?”, preguntó el músico, a lo que la gente respondió un rotundo “noooooo”.

Sabemos que el excantante de The Smith es un hombre muy comprometido con la política y muy crítico del sistema. En varias oportunidades ha arremetido contra el gobierno británico y hasta incluso se animó a desafiar a la monarquía. Y como no podía ser de otra manera, Morrissey también le dejó una carta a los argentinos en donde habló sobre la Guerra de Malvinas y la maldad de la entonces Primera Ministra, Margaret Thatcher.

La carta:

"La esperanza política murió con la equivocada entre los varios equivocados; esa matona de ego sobrecargado conocida como Margaret Thatcher. Usando orgullosamente la placa de la brutalidad, la matona Thatcher asesinó a varios jóvenes argentinos y le levantó el pulgar al mundo. La atrocidad tiene algo de validación si la apropiación es el resultado final, y al demonio con el intelecto.

Instalada en su propio trono, la sobreabundancia de la matona de Thatcher dejó en llamas a casi cada una de las ciudades británicas importantes. Pero eso no era suficiente. Vestido en ropa de combate, el piloto fanfarrón voló el buque General Belgrano aun cuando no representaba una amenaza a las tropas británicas; jóvenes que partieron demasiado pronto. Inglaterra se preguntaba qué tan mal se había comportado para merecer a Margaret Thatcher, quién inventó una civilización de odio.

Los héroes de guerra británicos sin piernas aún apoyan a Thatcher, porque si no lo hicieran, estarían forzados a enfrentar la verdad sobre sus vidas: que sus miembros fueron usados como combustible de su ego. Las Malvinas pertenecen a la gente de Argentina, principalmente porque están exactamente acá, en el cálido y ventoso aire argentino. No están tres millas al oeste de Knightsbridge.

A la destructora Thatcher no le importó que se perdieran vidas británicas o argentinas, y es solo su menú de horrores lo que preserva su legado. Nunca habrá un monumento de Thatcher en pie en suelo británico, pues sería derribado en un instante por ser un símbolo del terror envenenado. De cualquier forma, la paz mundial no es de su incumbencia".