Andrés Calamaro es un fanático de la tauromaquia y su afición a los toros lo llevó a conocer a ganaderos, criadores y toreros que se dedican a esta disciplina.

Se propone como un difusor de un espectáculo que cada vez tiene menos adeptos y lugares para practicarlo.

En su raid luchando contra la prohibición de su práctica llegó a Colombia, donde todavía quedan restos de las corridas.

Pero a diferencia de lo que pensaba, entre su público no concita mucho entusiasmo y cuando pidió un aplauso para todos los que realizan la actividad y un repudio a los que quieren prohibirlo solo consiguió indiferencia, lo que despertó su enojo.