Tadas Maskimovas, un artista lituano, realizó un extraño experimento musical que consistió en tocar el violín con pelo humano como cuerdas del instrumento.


El cabello está meticulosamente trabajado para crear la tensión y rugosidad adecuadas. Empiezan creando unas trenzas y luego les aplican un pegamento para hacerlas más resistentes.

El único problema es que el pelo no podría durar un concierto entero, por lo que sería más bien unas cuerdas descartables.