Después de sufrir una depresión posparto, la británica Jennifer Bulcock, de 31 años, residente de Sheffield, decidió tomar una medida drástica.


Tras dar a luz a su primer hijo, Alfie, la mujer amamantó al bebé por primera vez y sintió un "lazo inquebrantable". "Después de dejar a Alfie satisfecho y ubicarlo en una cuna junto a mi, sentí que tenía otro trabajo que hacer", dijo Jennifer en declaraciones al Daily Mirror.


Pero para llevar a cabo ese "otro trabajo", necesitó la ayuda de su marido. "Toby, mi marido, lejos de traerme un buen sándwich, trajo la placenta que había lanzado hacia minutos en un plato", explicó Jennifer.

"La placenta estaba cortada en pedacitos y tenia un color rojizo, era un órgano crudo sobre un plato. Fue la primera comida que tuve después de dar a luz", agregó.


Para Jennifer, ingerir la placenta significaba cortar con la depresión posparto y crear un lazo mucho más fuerte con su hijo. "Se que mucha gente piensa que es una locura, pero tengo mis razones", concluyó.