Se llama Rubén Adolfo Ingenieri, oriundo de Quilmes y se armó su casita con miles de botellas de vidrio. Es escultor, hippie y el constructor de “La Fortaleza”. Una estructura hecha con seis millones de envases de vidrio, según pudieron comprobar los enviados del libro Guinness de los Récords.

Ingenieri, con 56 años, entró en el libro de los excesos y va por algo mayor. Armará una torre que va a necesitar dos millones más de botellas. Si bien es el arte lo que le apasiona, "Tito", como le dicen en el barrio, trabaja de portero en una escuela de Bernal.

"La casa de botellas fue inventada en 1914 en Toulouse, Francia. Primero quise ir a comprarlas a los chatarreros, pero cuando les contaba para qué las quería no me creían y me echaban. Me tomaban el pelo. Hasta que vi pasar a un tipo con un carro lleno de botellas. Le dije que necesitaba mil para empezar a laburar y le di 100 mangos. Así me iba trayendo en bolsas. Después empecé a decorar boliches con esculturas y murales, y les pedía que me paguen parte en botellas vacías. Me mandaban camiones llenos", contó.

El artista estuvo 19 años construyéndola, cuando no tenía dormitorio, dormía en un sarcófago y admite que las botellas le avisan cuando hay sudestada. "Silban, porque les entra el viento a 120 kilómetros por hora. Cuando termine el mirador y esté todo lleno de botellas, van a silbar de una forma que los vecinos me van a tirar con algo", bromeó.