En los primeros años del siglo XX, el médico Duncan Mac Dougall pesó a seis pacientes a punto de morir de tuberculosis en un asilo de ancianos, y les volvió a tomar el peso una vez fallecidos, y llegó a la conclusión de que el peso del alma es de 21 gramos.

Mark Sturkenboom creó el kit “21 gramos” con el fin de garantizar una experiencia sexual eterna: es la caja de memoria que acerca a una persona al ser amado después de la muerte.

El kit tiene tres elementos fundamentales: un atomizador que contiene el perfume característico del individuo, altavoces internos con los que es posible amplificar la música favorita del susodicho, y lo más importante: un recipiente de vidrio con 21 gramos de sus cenizas.

Al reunir diferentes momentos nostálgicos como el aroma de su perfume y su música preferida se abre una ventana para retornar a los momentos de amor y se es capaz de tener una noche íntima con esa persona.

La única manera de abrir el cofre es con una llave especial que funciona como collar y sólo puede ser usada por el dueño.

Sturkenboom, creador de este “kit fúnebre”, explicó en una entrevista que un caso cercano le inspiró para diseñar el producto: ​“Yo solía ayudar a una anciana que tenía un negocio de comestibles, y guardaba las cenizas de su marido en una urna junto a la ventana. Ella siempre se refería a él con un profundo amor, pero el frasco donde lo guardaba no lo reflejaba en absoluto”, recordó.