La brasileña Helena Fernandes, una tatuadora de 26 años, es conocida por la gran cantidad de clientes que se acercan a su estudio llamado Malfeitona, en Salvador de Bahía, a pesar de hacer diseños horripilantes que dan la impresión que fueron dibujados por nenes.

La joven tiene miles de seguidores en su cuenta de Instagram, donde muestra sus “diseños exclusivos”, teniendo en cuenta que son realmente irrepetibles.

Helena se compró un kit para tatuar a través de internet y el alto costo de los materiales la obligó a comenzar a cobrar a pesar de su corta experiencia en la profesión. Al poco tiempo armó un estudio en su propia casa, y ahora cuenta con cientos de clientes.

"La gente viene a mí sólo porque quiere algo hecho en mi estilo personal, porque si quisieran algo realmente profesional, buscarían a otro artista del tatuaje. La calidad no es mi fuerte", confesó.

Hace los peores tatuajes del mundo pero su local se llena de clientes
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