El escenario era perfecto: playas paradisíacas, cierta privacidad y la fuerza de la naturaleza humana, representadas en un hombre y una mujer.

El momento de máximo placer transcurría como en una película de cine para adultos, pero el hombre en un momento notó cierta imposibilidad de separarse del cuerpo de su amante.

El sexo les provocó el "efecto ventosa" y la fuerza que causó dicho efecto determinó que tuvieran que salir del agua y buscar ayuda.

Una mujer que estaba cerca de la costa les prestó un toallón con el que llegaron semitapados hasta el hospital.

Allí, le aplicaron una inyección a la mujer que se utilizada habitualmente para dilatar el cuello del útero, y por fin lograron separarse.