En la provincia de Zhejiang, en China, todos hablan del "milagro de An An". Se trata de un bebé que nació prematuro -apenas pesó 1,390 kg- y permaneció en una clínica durante un mes: en ese momento lo declararon muerto y emitieron incluso un certificado de defunción.

An An nació el 8 de enero y recibió una atención intensiva por parte de los médicos que intentaron siempre mantenerlo con vida, pero pese a sus esfuerzos el 4 de febrero, le comunicaron a sus padres que el niño había fallecido.

Contra todo pronóstico la historia marcó una sorpresa sin igual. Luego de los 23 días en incubadora, su familia decidió llevarlo a su casa para pasar todos juntos el año nuevo, y desde entonces su salud fue en detrimento, tal y como creían los médicos que no tenían demasiadas esperanzas.

Una vez firmada la partida de defunción, el padre lo llevó a una casa funeraria, donde fue colocado en una cabina a una temperatura de 12 grados bajo cero, antes de que los parientes decidieran de qué manera lo sepultarían.

Apenas pasaron quince horas en esas condiciones de congelamiento, cuando uno de los trabajadores escuchó un llanto proveniente de la bolsa que contenía el cadáver del bebé.

No es menor el detalle de que, si no hubiese despertado a tiempo, el cuerpito hubiese sido cremado pocos minutos después.

"Fui pediatra durante 20 años y nunca había visto algo así", manifestó el jefe de Pediatría del Hospital del Pueblo Pan'an a los medios. Los periódicos reprodujeron la historia y calificaron el caso como un verdadero "milagro".