Ocurrió en el condado de Orange, en California, Estados Unidos, donde Pablo, de siete años, se encontraba con su madre dando un paseo por la playa, cuando sufrió una caída que le provocó una gran herida en su rodilla, hasta tal punto que se hinchó de una manera anormal.

Los médicos sospecharon que la rodilla de Paul había sido afectada por un tipo de bacteria y le pidieron a la madre del chico, Rachel Franklin, que no haga presión en la herida para que no salga el pus.

Sin embargo, la herida comenzó a tomar un color oscuro y Rachel sintió que tenía que intervenir, por lo que realizó presión en la herida. Para su sorpresa, un caracol vivo salió debajo de la piel del pequeño.

“Me di cuenta que no era una piedra, tenía un espiral en la parte superior y dije ‘¡Paul, es un caracol!’, contó Rachel.