El Mundial de Rusia estaba siendo perfecto a nivel de seguridad, con cero incidentes entre radicales, hasta que en el día más señalado, la final, cuatro miembros del grupo Pussy Riot, vestidos de policías, burlaron el control de los stewards para detener el encuentro entre Francia y Croacia.

Pocos minutos después, Pussy Riot, que lucha por defender los valores feministas en el mundo, se atribuyó el incidente, según comunicó la agencia de noticias Associated Press. 

Fundada en 2011 y con un número variable de integrantes, la banda tiene una larga historia de activismo en Rusia impulsando posturas feministas, antirreligiosas, de oposición a la gestión del presidente Vladimir Putin y en apoyo a la comunidad LGBT, históricamente reprimida en ese país.

En 2012, tres integrantes de Pussy Riot fueron condenadas a prisión tras organizar un show sin autorización en una iglesia de Moscú, lo que generó gran repercusión en la opinión pública internacional. Esa acción llevó a Putin a impulsar una ley que prohibe “insultar” las posturas religiosas de terceros.