El pueblo de Terraleah, ubicado en la isla de Tasmania, Australia, fue creado en los años 20 y 30 para alojar a 2.000 empleados de una central hidroeéctrica.

Pero la automatización de estas grandes fábricas redujo la mano de obra humana, y la presencia de estas personas se fue perdiendo poco a poco.

Julian Homer, un promotor inmobiliario, compró el lugar que abarca 145 hectáreas y lo fue restaurando de a poco con fines turísticos, hasta ahora, que lo puso a la venta.

El agente inmobiliario encargado de la transacción, John Blacklow, expresó de manera graciosa: "Nunca había tenido que vender un pueblo".

"Terminó un programa de renovación de 13 años", explicó Blacklow. "Todo el pueblo -sus 33 edificios- fue reformado siguiendo criterios muy estrictos. El pueblo está listo para ser retomado por un agente que desee seguir explotándolo con fines turísticos", dijo.

En ese sentido, vale la pena destacar que Terraleah factura 2,1 millones de dólares al año, y actualmente no tiene ningún residente permanente, salvo el personal encargado del mantenimiento de las estructuras.

Durante unas vacaciones en Terraleah, se puede ir a pescar trucha o salmón, jugar al golf y observar patos salvajes, canguros, wallabies y diablos de Tasmania.