Todo ocurrió en el distrito suburbano de Maadi en Egipto, cuando la empleada de un laboratorio, Eugénie Osama, observó de casualidad una escena que le llamó la atención en la pantalla de las cámaras de seguridad.

Allí percibió que un hombre vestido con saco y corbata llevaba a la niña a un rincón alejado de las escaleras y comenzaba a manosearla.

Cuando la nena forcejeó para escaparse, la mujer dejó de su lugar de trabajo para enfrentar al agresor sexual. El hombre intentó negar las acusaciones, pero la mujer le mostró la ubicación de la cámara que había grabado el abuso lo que hizo que el pedófilo abandonara corriendo el edificio.