Turquía, que había sido pensada por Angela Merkel como una pieza clave en el delicado ajedrez de la crisis inmigratoria podría ser ahora un verdadero jaque mate para la  Unión Europea tras el incumplimiento de su promesa de convertirlo en país miembro. 

Luego de romper el polémico acuerdo antimigratorio firmado por ambas partes el pasado marzo, Recep Tayyip Erdogan fue lapidario: “Si van más lejos, abriremos las puertas (de las fronteras)”.

Una amenaza que no es pequeña considerando los miles de refugiados que estaban siendo "contenidos" en suelo turco para evitar su entrada masiva en Europa. El anuncio de Erdogan llegó después de que el Parlamento europeo decidiera congelar temporalmente  las negociaciones de adhesión de Turquía dados sus "conflictos internos" y denuncias internacionales de violación de derechos humanos y libertades desde que tuvo lugar el fallido golpe de estado. 

“Cuando los niños muertos golpearon las costas mediterráneas ustedes no decidieron cuidarlos. Cuando los barriles bomba llovieron sobre estas personas, nosotros no los abandonamos a su suerte. Los ayudamos sin preguntar si vendría ayuda o no de la UE. Nosotros alimentamos a 3 millones de refugiados en este país y no hemos abierto las puertas (fronterizas) esperando que nos llegase apoyo de la UE. Pero ustedes no han cumplido sus promesas”, indicó visiblemente molesto el líder turco.

“Durante 53 años, la UE no nos ha abierto la puerta. ¿Qué ha ocurrido? ¿Nos hemos hundido? Miren a donde hemos llevado a Turquía en 14 años. ¡Es Occidente el que necesita a Turquía y no al revés!”, afirmó Erdogan que además solicitó al parlamento local volver a instaurar la pena de muerte.