El debate sobre las armas en Estados Unidos parece seguir negado, aun cuando los tiroteos y asesinatos continúen a la orden del día con personas que acceden facilmente a armas en cantidad. 

Luego de la masacre ocurrida en la iglesia baptista de Sutherland Springs, el domingo pasado en Texas, el presidente republicano Donald Trump mostró sus condolencias a los familiares de las víctimas y aseguró que el tiroteo tiene su culpable en "la salud mental" de su autor y no en la portación de armas. 

"Es un poco pronto, pero está claro que nos encontramos ante un problema de salud mental de alto nivel. Tenemos muchos problemas de salud mental en nuestro país (...). Es algo que hay que abordar de manera seria, pero no es un problema de armas",  aseguró el magnate en una rueda de prensa en Tokio al ser preguntado por las medidas que deberían ser adoptadas para evitar este tipo de sucesos. 

Y agregó:"Afortunadamente alguien más portaba un arma que apuntaba en la dirección opuesta, si no hubiera sido mucho peor". El agresor identificado como Devin Patrick Kelley, de 26 años y ex soldado de la Fuerza Aérea, ingresó a la iglesia mientras se daba el servicio y disparó con un rifle de asalto semiautomático. Se detuvo la balacera cuando un vecino armado logró dispararle y luego fue perseguido por otros miembros de la comunidad. 

Dos civiles siguieron a Kelley hasta el siguiente condado, Guadalupe County, donde el agresor se estrelló y fue encontrado muerto en el interior de su coche, aunque todavía no se conocen las causas exactas de su fallecimiento.  

"Ha sido un ataque espeluznante en una iglesia de una zona preciosa; qué triste, quién podría pensar que algo así podría pasar", planteó el líder de la Casa Blanca, que se encuentra de gira en Japón.

Kelley fue juzgado en dos ocasiones en consejo de guerra por agresiones a su esposa y a sus hijos. Fue confinado durante 12 meses por su mala conducta. Al parecer, el comportamiento violento fue el motivo de su despido.