Cuando los inspectores llegaron al lugar, los propietarios decidieron cerrar las puertas para evitar las sanciones y se produjo una avalancha humana que afortunadamente dejó algunos heridos pero no murió ninguno de los asistentes, cosa que no hubiera sido tan extraño.

Mientras Bolivia se encuentra en un segundo pico de contagios y muertes algunos empresarios inescrupulosos parecen no entender la gravedad del problema y organizan este tipo de encuentros clandestinos que son un foco de infección.

Las imágenes de la avalancha son realmente estremecedoras y dejan en claro que si no murió nadie fue de milagro.