Este año, Syriza llegó al poder de Grecia tras de fustigar a los gobiernos anteriores del país, que habían desatado una crisis nunca vista tras décadas de sometimiento a los organismos internacionales de crédito.

A pesar de que fue la organización política que llevó adelante el "no" en el referendo que movilizó la solidaridad del mundo entero, a las pocas horas alcanzó un acuerdo con la 'troika' que implica un nuevo ajuste para el pueblo griego.

Para argumentar a favor de lo que sus críticos consideraron una "capitulación", el primer ministro dijo que se trataba de optar entre "una victoria pírrica o un acuerdo", inclinándose finalmente por el acuerdo, lo que podría calificarse como una "derrota pírrica".

Así, el partido de Alexis Tsipras literalmente se partió entre quienes votaron a favor de aceptar el acuerdo o rechazarlo, en los términos previstos por el resultado del referendo que llamaba, a priori, a no aceptarlo.

Ahora, el premier quiere someter su decisión de firmar un nuevo paquete de austeridad con draconianas medidas neoliberales a un nuevo referendo, esta vez partidario, que incluya a las bases y no sólo a funcionarios electos.

No obstante, nadie está seguro de que Tsipras acepte un eventual resultado contrario a sus postulados...

Lo concreto es que, en la base de esta crisis política que el líder de Syriza intenta superar, están la privatización de bienes públicos por 50.000 millones de euros como garantía de las 'ayudas' otorgadas, los recortes en las jubilaciones y las subas de impuestos, entre otras reformas.