Pablo Córdova, de 51 años, volvió a nacer esta semana. Después de quedar sepultado entre los escombros del hotel en el que trabajaba como recepcionista, este sábado con el terremoto de 7,8 grados con epicentro en la ciudad de Portoviejo, puede contar su milagrosa historia.

El hombre resistió durante 36 horas bebiendo su propia orina, hasta que su celular recuperó la señal y pudo dar aviso para que lo ayudaran a salir: su esposa ya había comprado un ataúd para velar sus restos, ya sin esperanzas, después de tres días de la tragedia que dejó 400 muertos.

El trabajador del hotel El Gato, de cinco pisos, representa uno de los títulos positivos de la prensa que en los últimos días no cesó de reflejar el sufrimiento de la comunidad.

"¡Carajo, he vuelto a nacer! Pero mi mujer ya me estaba organizando el velorio", bromeó el recepcionista hotelero que lleva 20 años como el responsable de los fines de semana en el hotel. "Gracias a Dios tengo vida y un ataúd que debo devolver porque aún me falta mucho para morirme", celebró.

Córdova es el único rescatado con vida: "La batería de mi viejo celular duró porque lo apagaba, hasta que por fin el lunes encontré señal y pude llamar a decir que estaba vivo. Por suerte tenía saldo en el teléfono", declaró con alegría y un poco de humor.