Cuando el árbitro dio por terminado el partido, decretando el triunfo de Marruecos ante Bélgica, miles de inmigrantes -la mayoría ilegales- se lanzaron a las calles a festejar una victoria impensada.

El barrio 'Gare du Midi' fue epicentro de los festejos que derivaron en vandalismo contra el mobiliario urbano, rotura de vidrios, autos dados vuelta e incendios. 

Incluso ciudadanos belgas que caminaban por la calle fueron golpeados por los hinchas que actuaban como barra bravas, lo que llevó a las autoridades de Bruselas a desplegar las fuerzas de Infantería de la policía con carros hidrantes para dispersar a los más agresivos. 

El clima de violencia fue tan alto que el alcalde de la ciudad, Philippe Close, hizo un llamado a la población para que no acuda al centro.