Durante su campaña electoral, el electo presidente de Filipinas Rodrigo Duterte se burló de la violación y asesinato de una misionera australiana en una cárcel del país.

Las críticas oficiales llegaron tanto de Australia como los Estados Unidos, pero el entonces candidato anticipó que, de ser elegido presidente, no tendría problema para romper relaciones diplomáticas con ambos países.

Ahora, volvió a generar polémica al prometer restablecer la pena de muerte y un reglamento que permita a las fuerzas de seguridad disparar a matar en los procedimiento.

"Pediré al Congreso que restablezca la pena de muerte por ahorcamiento", dijo Duterte el domingo, al tiempo que dará órdenes a las fuerzas de seguridad para que tiren a matar en su lucha contra el crimen organizado o contra quienes se resistan al arresto.

"A todos ustedes que andan con drogas, a ustedes, hijos del diablo, de verdad que los voy a matar", había gritado Deterte la noche anterior a las elecciones que ganó con casi 16 millones de votos (38,6 por ciento del electorado).

También conocido como "el castigador" y "Harry el sucio", Duterte fue denunciado por detrás de los "escuadrones de la muerte" que en los 90 asesinó a miles de personas.