El ataque tuvo lugar en las cercanías de un sitio religioso, una semana después de que varias personas murieran- la mayoría de ellos extranjeros-  en una toma de rehenes en un popular restaurante en la capital de Bangladesh.

El evento había congregado a cientos de miles de personas con motivo del feriado musulmán de Eid-al-Fitr, que marca el final del Ramadán y el tiroteo produjo una verdadera conmoción en la que terminaron muertos los atacantes y un policía. 

Además hubo una explosición en una escuela situada cerca del lugar de oración en Sholakiya, en el distrito de Kishoreganj, que provocó decenas de heridos. El país se halla en estado de "alerta extrema" tras los atentados.