Las visitas guiadas por el Distrito Rojo- o zona roja- de Amsterdam ahora deberán seguir una nueva normativa que tiene como eje no solo evitar amontonamientos, sino también proteger a las prostitutas que se exhiben en las famosas vidrieras. 

Cuando los grupos de turistas se detengan para escuchar las explicaciones del guía, deberán situarse de espaldas a las ventanas como una forma de respeto.  

Tampoco podrán tomarles fotos ni gritarles. Por De Wallen (los muros, en neerlandés), el nombre oficial del barrio, pasan cerca de 31.000 visitantes a la semana de la mano de guías.

"Se puede mirar, claro, todo el mundo es libre de hacerlo. No es una ley, sino una regulación. Pero intentamos que la gente sea respetuosa y no lo haga fijamente ni demasiado rato", señala Vera Al, vocera municipal. 

Desde de abril, todos los guías -que no podrán llevar a más de 20 personas- necesitarán una licencia para pasear por este barrio de más de 3000 vecinos, en el que se encuentran 293 ventanas de prostitución. La licencia cuesta 100 euros y dura un año y medio.