Fue la protagonista de la protesta más larga de la historia: durante más de 30 años, Concepción Martín Picciotto, española nacionalizada en los Estados Unidos, vivió en una carpa frente a la Casa Blanca manifestándose contra la proliferación de armas nucleares. Su cruzada llegó hasta el pasado lunes, cuando murió en un refugio para mujeres sin techo de Washington.
Reconocida por cualquier turista que se acercara a sacar una foto de la Casa Blanca, Picciotto llegó a los Estados Unidos en 1960, donde se casó con un italiano y adoptó una hija. Unos años más tarde, en 1979, arribó por primera vez a Washington para pedir ayuda entre la clase política, ya que su marido no la dejaba contactar a su hija.
Pero fue en 1981 cuando se instaló definitivamente en la carpa que la hizo famosa.  "Prohíban todas las armas nucleares o tengan un bonito Día del Juicio Final", o "Vivir por la bomba, o morir por la bomba", eran algunas de las leyendas que podían leerse en sus pancartas.
Heroína para algunos, mujer enferma para otros, Picciotto llevaba siempre un casco para protegerse "de los rayos electromagnéticos" que, según ella, le lanzaban de la Casa Blanca, y aseguraba que mantendría su protesta hasta el último día "porque nadie más lo hace".
Con cerca de 80 años -nadie sabe su edad exacta- la vigilia de Connie duró hasta el pasado lunes, cuando murió en la cama de un albergue rodeada de jóvenes manifestantes.

Fue la protagonista de la protesta más larga de la historia, hasta el pasado lunes, día de su muerte: por más de 30 años, Concepción Martín Picciotto, española nacionalizada en los Estados Unidos, vivió en una carpa frente a la Casa Blanca, manifestándose contra la proliferación de armas nucleares.

Reconocida por cualquier turista que se acercara a sacar una foto de la Casa Blanca, Picciotto murió el lunes en un refugio para mujeres sin techo en Washington. Había llegado a los Estados Unidos en 1960, donde se casó con un italiano y adoptó una hija.

Unos años más tarde, en 1979, arribó por primera vez a Washington para pedir ayuda entre la clase política, ya que su marido no la dejaba contactar a su hija. Pero fue en 1981 cuando se instaló definitivamente en la carpa que la hizo famosa.

"Prohíban todas las armas nucleares o tengan un bonito Día del Juicio Final", o "Vivir por la bomba, o morir por la bomba", eran algunas de las leyendas que podían leerse en sus pancartas.

Heroína para algunos, mujer enferma para otros, Picciotto llevaba siempre un casco para protegerse "de los rayos electromagnéticos" que, según ella, le lanzaban de la Casa Blanca, y aseguraba que mantendría su protesta hasta el último día "porque nadie más lo hace".

Con cerca de 80 años -nadie sabe su edad exacta- la vigilia de Connie duró hasta el pasado lunes, cuando murió en la cama de un albergue rodeada de jóvenes manifestantes.