Suena al nombre de una película de ciencia ficción, la segunda parte de una trama atrapante. Pero no, sucedió y de verdad. En cinco meses, dos aviones de la misma empresa fueron destruidos en pleno vuelo. Increíble pero real. Las consecuencias económicas para la empresa estatal son incalculables, mientras la justicia por la vida de más de 500 personas aún espera.

A casi cinco meses del trágico accidente del vuelo MH370, hipótesis de todo tipo circularon en búsqueda de una explicación acerca del avión que aún sigue sin ser localizado, ni siquiera un centímetro de la nave, ropa de los pasajeros, valijas ni cuerpos. Y luego de una escandalosa falta de información por parte de las autoridades de la empresa y del propio gobierno malayo, el tema había dejado de ser noticia con el paso del tiempo y la llegada del Mundial. Sin embargo, la pesadilla no terminó y el jueves un misil derribó otro de sus aviones con 298 personas a bordo.

Nuevamente el misterio se apodera de otro caso que, a diferencia del anterior, lejos está de ser un accidente, y los culpables no aparecen. Estados Unidos, por su parte, acusa a Rusia. Putin a Ucrania. El gobierno de Kiev a los separatistas pro rusos. Y así, sin pruebas contundentes llueven las acusaciones entre los principales actores políticos del conflicto en Ucrania que ahora se cobra 298 víctimas inocentes de un segundo a otro. Mientras tanto, nadie se hace cargo de lo sucedido ante la evidencia de la gravedad del acto y de la creencia casi unánime de que se disparó a ese avión por error.

Aunque no es la primera vez que se derriba a un avión comercial por "error", fueron pocos los casos y no sucede desde hace más de 20 años. Lo cierto es que los hechos del jueves en el este de Ucrania y lo sucedido en Gaza estos últimos días donde las víctimas continúan siendo civiles inocentes, demuestra una vez más que la locura de la guerra lleva a que las vidas humanas no valgan nada, aún un siglo después de las atrocidades que dejó la Primera Guerra Mundial.

Cuesta imaginar que se encuentre y castigue a los culpables de lo sucedido con el vuelo MH17, como así también suena poco probable que Israel pague por lo que está haciendo, al matar a cientos de personas inocentes y violar el derecho humanitario y por ende los Convenios de Ginebra, que prohíben expresamente cualquier tipo de ataque a la población civil en tiempos de guerra.

El paso del tiempo y las manchas negras de la historia parecen no servir para detener estas locuras. La impunidad con la que se llevan a cabo estos actos tampoco quieren tener fin. Mientras tanto, las guerras se juegan en un tablero donde los seres humanos muchas veces quedamos en el medio y por ende somos un estorbo.