Erosionar al gobierno, detener la democratización mediática, criminalizar al PT –vinculándolo con hechos de corrupción– y atacar la popularidad del expresidente Lula para evitar su candidatura en 2018.

Esas son las bases sobre las que se sustenta la campaña iniciada por la derecha brasileña y los medios monopólicos del país, que tiene por objetivo la desestabilización del gobierno que encabeza la presidenta Dilma Rousseff y, como consecuencia, desmantelar sus programas sociales y de recuperación nacional.

Incluso la publicación del diario Folha de Sao Paulo, sobre que la primera mandataria habría dicho que en Brasil se estaba gestando un "golpe a lo Paraguay", se enmarca en esa campaña, que intenta crear conflictos artificiales con países vecinos.

De hecho, el canciller interino brasileño, Sergio Danese, aseguró al gobierno paraguayo que "en ningún momento la presidenta brasileña mencionó a Paraguay" y, por el contrario, resaltó "el gran aprecio que le guarda al presidente Horacio Cartes y al país" hermano.