El doctor Christian Sueur, autor de un estudio sobre los efectos de las pruebas nucleares en los niños de la Polinesia francesa-que fue revelado por el rotativo Le Parisien- destacó que ya son tres las generaciones de enfermos producto de esas detonaciones que tuvieron lugar entre 1966 y 1974. 

Fueron un total de 46 explosiones en la atmósfera de los atolones de Mururoa y Fangataufa que si bien ubicaron a Francia en el selecto grupo de potencia internacional en materia de poderío nuclear, también generaron enfermedades congénitas en cientos de familias. 

Las pruebas nucleares que dejaron tres generaciones de enfermos

Sueur cita en Le Parisien el caso de Mahine, una adolescente a la que le detectaron una enfermedad congénita cuando tenía dos años. Actualmente arrastra un retraso mental grave, problemas psicomotores, de expresión oral y anomalías en sus rasgos faciales. El propio padre de la niña, Raphäel, sufrió un cáncer de huesos que terminó por inutilizarle la pierna izquierda.

Y así las historias de anomalías se repiten; de acuerdo a lo que denuncia Sueur, que hasta el año pasado fue responsable de la unidad de psiquiatría infantil en la Polinesia francesa. El especialista no alberga dudas sobre las causas de la sospechosa concentración de casos de niños con taras genéticas.

“La actitud del poder político es criminal y la complicidad de las autoridades sanitarias con las mentiras del Estado no lo es menos”, declaró Sueur a Le Parisien.

El doctor Patrice Baert, encargado del seguimiento médico de los veteranos civiles y militares-que trabajaron durante las pruebas atómicas en la Polinesia francesa- indica que las conclusiones del estudio de Sueur son exageradas. Y Baert solo admite que hay contaminación por plomo, y eso sí causa retrasos mentales en los niños; aunque el plomo no sería producto de las pruebas nucleares sino de basura y baterías acumuladas. 

Recientemente Emmanuel Macron- que espera destinar más fondos a la Defensa- insistió en que “la disuasión (nuclear) forma parte de nuestra historia, de nuestra estrategia defensa, y permanecerá”. Para Macron, las armas nucleares “nos permiten conservar nuestra autonomía estratégica y nuestra libertad de acción en todas las circunstancias, en un contexto internacional que no permite ninguna debilidad”