Netanyahu busca modificar la Ley Básica de Israel para definir al Estado sólo como "nación judía", aún por encima del Estado democrático y sin lugar a otras religiones, y desató una interna en su propio partido que culminó con la expulsión de la coalición del gobierno de los ministros de finanzas y justicia por oponerse a la medida. Finalmente, la crisis se agudizó con la orden de disolver del Parlamento y la convocatoria por primera vez desde 1948 a elecciones anticipadas.

La discriminatoria medida impulsada por el primer ministro israelí contempla la eliminación del árabe como lengua cooficial y reserva el derecho nacional "sólo para el pueblo judío", según palabras del propio Netanyahu. La iniciativa no obtuvo el apoyo esperado y, por el contrario, recibió duras críticas del presidente de Israel Rivlin, parte de la coalición gobernante, el fiscal general del país, Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, el proyecto siguió su rumbo y la fractura no tardó en llegar, y es acaso que muchos se preguntan también qué va a pasar con los derechos de los millones de israelíes que no son judíos.

Ahora Netanyahu disolvió el Parlamento y convocó a elecciones para el próximo 17 de marzo, donde buscará hacerse con un cuarto mandato pero esta vez con aliados del sector ultraortodoxo y derechista. La oposición, por su parte, busca formar su propia coalición entre partidos del centro y la izquierda, mientras no cesa en criticar al premier, a quien tildaron de irresponsable.

El bloqueo y aislamiento que sufren hace años los habitantes de la franja de Gaza por parte del gobierno de Israel también generó repudios, pero la obsesión de Netanyahu con Palestina y la islamofobia no cesan. Ahora se suma un nuevo capítulo con este proyecto que busca colocar a la nación judía por encima de todo, mientras que las minorías no tendrán los mismos derechos y serán ciudadanos de segunda.

Habrá que esperar a marzo, mes de elecciones, donde se pondrá en juego una parte importante del futuro político de Israel y la relación con sus países vecinos. Si triunfa el ultra nacionalismo anti-árabe, es probable que pronto seamos testigos de la ya repetida historia de ocupaciones y conflictos armados además de continuar alimentando un odio constante que amenaza con trabar cualquier tipo de negociación. La paz, por su parte, espera alguna vez tener su turno.