Secotres de oposición, representados por la derecha brasileña, convocaron para este domingo una serie de manifestaciones en contra de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, en momentos en los que ambos son víctimas de una campaña sucia que busca empañar la imagen de ambas figuras políticas.

Para medir su fuerza la oposición convocó protestas en unas 438 ciudades del gigante suramericano, en donde esperan reunir a más de un millón de personas que pedirán la renuncia a la mandataria Dilma Rousseff,  acción que justifica que no existe base para pedir el impeachment.

La jornada también es propicia para arreciar en contra del expresidente Luiz Inácio Lula Da Silva, quien está siendo acusado por la justicia brasileña por supuesto lavado de dinero, un juicio que es cuestionado por no tener base jurídica.

Además, se hace en momentos en los que el líder brasileño mantiene un amplio respaldo del pueblo y ha expresado su deseo de postularse nuevamente a la presidencia.

De acuerdo con los organizadores, la mayor concentración se espera en Sao Paulo, sureste de Brasil, principal bastión de la oposición.

Sin embargo, la actividad comenzará con protestas en grandes centros como Brasilia, Rio de Janeiro y Belo Horizonte.

El representante del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en la Cámara de Diputados, Antonio Imbassahy, manifestó que será una gran manifestación popular.

Rousseff exhortó a que las protestas contra su gobierno se desarrollen de forma pacífica. "Hago un llamamiento para que no haya violencia. Creo que todas las personas tienen derecho a salir a la calle. Ahora, nadie tiene derecho a crear violencia. Nadie. De ningún lado", afirmó la mandataria.

"Yo viví en un momento en el que si te manifestabas, ibas preso. Si discrepabas, ibas preso. Ahora no. Vivimos un momento en el que las personas pueden manifestarse, pueden exteriorizar lo que piensan. Y eso es algo que tenemos que preservar", insistió.