La falta de agua potable y en los servicios más básicos ha transformado a la capital de México en una ciudad que por momentos solo puede verse como pestilente. 

La enorme ciudad que se encuentra a 2240 metros por encima del nivel del mar se está hundiendo cada vez más en el pozo que la contiene haciendo que los sistemas de drenaje pensados para trabajar según las leyes de la gravedad en lugar de expulsar terminen acumulando aguas residuales. 

La necesidad de brindar más agua a la población generó que se hicieran mayores perforaciones en su suelo arcilloso lo que provocó mayores dolores de cabeza para las autoridades que se enfrentan a una situación crítica y sin precedentes. 

Además el cambio climático, la sequía que atravesó al país y la evaporación de espejos naturales aumentó la demanda del líquido vital no solo para consumo sino también para higiene y funcionamiento de la ciudad. 

Recientes estudios locales e internacionales indican que será necesario un éxodo de la ciudad que actualmente cuenta con unos  8,851 millones de habitantes.