El gobierno japonés esgrime que la caza de ballenas es parte importante de la cultura japonesa, que han cazado ballenas desde hace siglos. Por otro lado, si bien desde fines de los ‘40 a hasta mediados de los ‘60 la carne de ballena fue la principal fuente carne en Japón, en la actualidad la demanda de carne de ballena viene en declive. Además hoy Japón puede importar carne desde Australia y los Estados Unidos.

El cronista de la BBC Rupert Wingfield-Hayes, reprodujo una charla que tuvo con un japonés en donde podemos ver como cambió la situación en la actualidad:

- “Cuando era niño comía esto todos los días. Carne quería decir carne de ballena. Yo no sabía lo que era res ni puerco. Bistec era bistec de ballena, tocino era tocino de ballena”.

- “Pero si Japón deja de cazar ballenas, ¿te entristecerías?”

Me mira sonriendo y niega con la cabeza: - “No necesito la cacería de ballenas. Una vez que has comido res ya no tienes necesidad de comer carne de ballena”.

Según la IWC (Comisión Ballenera Internacional) hay 2 razones por las que se permite cazarlas: o por la práctica aborigen para la subsistencia, o por motivos científicos. Ahí entra otra excusa que usa el Japón, caza de ballenas para su estudio. Pero la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha desmantelado este argumento, en 2014 decretó que no había base científica para el programa de investigación letal de Japón en la Antártida y ordenó a Tokio que terminara con la actividad.

Rupert Wingfield-Hayes cuestionó a un miembro de la alta jerarquía del gobierno japonés acerca de la reanudación de la caza de ballenas y la respuesta del funcionario fue sincera. El funcionario japonés le confesó que la “caza de ballenas no es parte de la cultura japonesa” y que además “es terrible para la imagen internacional” del país.

Cuando el cronista le preguntó acerca de ponerle fin a la cacería el funcionario explicó que en 10 años intuye que ya no habrá cazas de ballenas en mar profundo, pero que ahora “hay razones políticas más importantes”, y no agregó nada más.

Junko Sakuma trabajaba para Greenpeace en Japón e investigó la industria de la caza de ballenas, su opinión es que el gobierno japonés maneja la cacería de ballenas y aporta una enorme burocracia con presupuestos para investigación planes anuales promociones y pensiones. Es decir que de cesar la cacería, puestos de trabajo y presupuestos destinados a la  actividad podrían afectarse notablemente y los diputados de los distritos balleneros podrían ver afectada su imagen.